15. Joder

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Bianca

Son los ojos.

Siempre son los ojos.

Aunque intentara guiar mi vida por la lógica y sensatez, tenía un alma débil que caía enamorada en dos segundos. Y aunque odiara la atención, algo dentro de mí debía amarla. Esa alma débil y espectante caía enamorada con sólo una mirada, porque había algo precioso en dejar de ser invisible ante los ojos de esa persona y que hacía a mi corazón doler y llenarse de alegría al mismo tiempo. Tanto que si lo pensaba demasiado mis ojos se llenaban de lágrimas.

Daniel me había llevado al apartamento de Lara donde sus compañeros, Fiona y Michael, me habían recibido con una conmovedora paciencia y comprensiva falta de preguntas. Me dieron una cama donde dormir y un desayuno celestial, pero lo que más tocó mi corazón maltrecho fue cuando a la mañana siguiente Thiel llegó al lugar y me permitió alzar a su pequeña hija.

Porque entonces la pequeña y adorable Susie se aferró a mi mano y me miró con unos brillantes ojos verdes. Pues si, eran los ojos.

Y algo debieron haberle dicho a Thiel para que decidiera dejarme a cargo de su hija mientras se metía en la cocina para desayunar, ella perfectamente debía saber el tipo de terapia que podía realizar la bebé con solo mirarte y balbucear.

Porque aparentemente estábamos teniendo toda una conversación sobre mi vida.

— ¿Debería abofetearlo de nuevo en cuanto lo vea? — le pregunté. Ella sacudió su cabeza y arrugó la nariz — Hmmm... ¿Entonces quizás la ley del hielo? Un poco de frío desprecio — ella dió su acuerdo con una sonrisa casi malvada, le devolví una propia — Tienes razón, eso haré. Incluso podría hacerlo arrastrarse como un gusano infeliz.

Levantó su diminuto puño en el aire y balbuceó una colección de ruidos indescifrables que debían ser su grito de guerra.

Me reí. Porque si bien eran los ojos lo que me hacía enamorarme era todo lo demás lo que cerraba el trato.

La personalidad. La sonrisa. La conexión.

Nos vimos interrumpidas cuando una breve risa se escuchó a nuestra derecha. Seguí su mirada para encontrar a Daniel en la puerta principal, no exactamente escuchando a escondidas pero esforzándose por pasar desapercibido.

— Lo siento — se enderezó completamente — Ustedes continúen con su plan de conquistar el mundo, no diré nada.

— De hecho... — mordí el borde de mi sonrisa — tu podrías ayudarnos.

Él dudó por alrededor de dos segundos antes de decidirse y captar la indirecta, se acercó lentamente a nosotras.

— ¿Ah, si?

— Prometemos clemencia a cambio. ¿Verdad, Sue? — acerque mi rostro al de Susie, compartiendo una expresión dulce e inocente.

— Oh Dios... Mi corazón — cuando levanté la mirada se estaba frotando un lado de su esternón como si en realidad tuviera un dolor físico en su corazón.

Hice un ruido pensativo.

— ¿Acaso ya hemos conquistado tu corazón, bufón? — eleve mi ceja — ¿Puedo tachar eso de mi lista de deseos?

Lentamente se sentó en el espacio a mi lado en el sofá, todo su cuerpo estaba orientado hacia mí. Sus ojos casi verdes con virutas doradas, tan parecidos a los de la adorable bebé en mis brazos, me miraban fijamente y con la absoluta atención que mi alma egoísta deseaba.

No soy invisible para ti.

— ¿Bianca, deseas mi corazón? — preguntó en voz baja.

Y más allá de donde nosotros nos encontrábamos nadie más en el mundo podía saber lo que le respondí, ni siquiera yo estaba segura de haberlo hecho.

Touchdown en tu corazón Where stories live. Discover now