11. Martes

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Bianca 

— Es martes — respondí a Zac cuando arqueó sus cejas al encontrarme esperándolo en el pequeño parque afuera de estadio. 

— Cierto. Lo siento, lo había olvidado — él chasqueó la lengua y luego se detuvo para darme una mirada entornada — ¿Por qué no me esperaste adentro? Está muy oscuro aquí. 

— Recién acabo de llegar, estaba en la biblioteca — mentí. 

Solo quería asegurarme de no coincidir con cierto problema andante. De hecho había estado prácticamente escondida al lado de un bote de basura. 

Ridícula, lo sé. 

Pero claro que este era mi mejor amigo, quien me había puesto el medicamento apestoso y naranja para la varicela y luego yo tuve que hacerlo por él cuando también tuvo. Él podía ver a través de mí. 

— La próxima vez asegúrate de entrar o quedarte en la biblioteca hasta que nos reunamos, ¿entendido? 

Asentí con profundidad y lo haría, por supuesto. Él suspiró porque claramente no confiaba en mí y echó un pesado brazo sobre mis hombros mientras nos acercamos al estacionamiento. 

Lo observé de reojo, además de aumentar la amplitud de sus hombros y adelgazar sus mejillas tenía un aire de seriedad y determinación en él que me tomó desprevenida. Estaba luchando por un lugar en el equipo como receptor abierto y debido a un trasplante que había tenido de niño lo estaban poniendo doblemente a prueba y en las ojeras oscuras bajo sus ojos podía ver que esas pruebas eran muy desgastante física y mentalmente. 

Él bufó cuando me encontró mirándolo. 

— Estoy bien, niñata — respondió. 

Aun usaba la gorra de los Patriots que me había dado y él me la quitó para sacudir mi cabello, pero entonces hizo una mueca deteniendo su mano en el aire. 

— Mierda, Bianca — se apartó y me miró francamente horrorizado — Esta brillante. Muy brillante. 

— Lo sé — llorique — Creo que era uno de esos tintes de fantasía para fiestas neón. Ahora parezco el trasero de una luciérnaga.

Él se cubrió la boca con la mano pero no antes de que escuchara la risa estallar en lo profundo de su pecho. 

— Joder, Bianca. 

Rodé los ojos y le quité la gorra de las manos para volver a ponermela, él se volvió a reír cuando me quedaron sobresaliendo por los lados las puntas fluorescentes. Sé la imagen que representaba y no estaba para nada orgullosa. 

— Cállate y solo camina — ya estábamos dentro del estacionamiento al aire libre y comenzaba a lloviznar — Me muero de hambre. 

— No sé si pueda ir a algún lado contigo así. 

Él continuaba en el mismo lugar mirandome con los ojos brillantes de la risa. 

— Yo me arrastre por el piso del baño de hombres en el estadio esa vez, ¿Recuerdas, cretino? — lo señale con mi dedo índice caminando hacia atrás, él sonrió más ampliamente trotando hacia mí— Esto ni siquiera cubre una tercera parte de eso, estarás endeudado conmigo por siempre... 

— Oh, no. 

Apenas pude registrar cómo se había quedado de repente muy quieto con su mirada fija más allá de mí. Por instinto me giré a mirar para encontrarme con un grupo de bestias—no había otro nombre— sin camisa correr por la calle hacia nosotros con cubetas y globos. Retrocedí un paso y Zac trató de empujarme tras de él pero no lo suficientemente rápido para no recibir el bombardeo de lleno, justo por toda mi cara y el frente de mi blusa. 

Touchdown en tu corazón Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang