8. Café

94 9 2
                                    

Daniel.

Fácilmente podría enamorarme de la novia de mi mejor amigo.

Con el cuerpo de una modelo, el rostro de una de esas muñecas de porcelana pálidas con las mejillas rosas y grandes ojos brillantes, rasgos vagamente asiáticos, cabello oscuro como la noche, la mente rápida y humor de alguien que solo podría apellidarse Gallagher y absoluta adoración por el fútbol americano era la fantasía de cualquier hombre y tenías que ser idiota para no admitirlo.

Pero el podría de esa oración es la excepción.

Porque yo no podría. No.

Aun antes de que la viera por primera vez ya habían trazado un círculo de sal a su alrededor, era y siempre iba a ser la hija del Coach, además de la turbia historia de resentimiento civil hacia ella y el humor agrio en ella.

Y claro, por supuesto. Jack Forbes, también.

El novio.

El tipo había tenido las pelotas de enamorarse de ella con toda la carga emocional y oscuro pasado, la había reclamado como suya frente a todos nosotros antes de que siquiera alguno superara la idiotez e inmadurez para mirarla como una chica y todos sabíamos que terminarían eternamente casados en cualquier momento. Así de grande era.

Además de que siempre había tenido la sensación de estar frente a una hermana con ella, como si dentro de mí se hubiera saltado toda la ceremonia de amistad para mirarla como alguien que podría empujar de cara a la nieve o romper huevos prodidos en su cabeza por que si. Y recibir infinidad de insultos a cambio.

— Ugh, eres realmente un idiota — dijo ella en cuanto me vio desde el otro lado de la calle la mañana del martes.

— Un grandisimo idiota— dijo la otra chica a su lado.

Mi otra hermana/prima. Thiel Noble.

Sonreí ampliamente y me acerque a ellas, levantando mis mano para chocar palmas. Aunque quisiera no podría ir más lejos sin perder una extremidad a manos de Grier y Jack Forbes.

— Creí que ya habías superado lo del pequeño Draymond, Corazón. Y Thiel, no deberías llamar así al tío favorito de tu hija.

Ellas entrecerraron los ojos casi simultáneamente, como la mamás gallinas que era ante una pequeña broma. Una tenía una niña de casi un mes y la otra un equipo de mastodontes que cuidar.

— Son rivales de división, cuando juegues contra ellos de nuevo en cinco semanas te matará — replicó Thiel.

— Ya tienes un adelanto allí — Lara me golpeó con puño mi costado justo donde el idiota Draymond me había dejado una magulladuras.

Gruñí, supongo que esa es la parte que sella el trato. La familia sabe donde están tus debilidades y aprovecharlas cuando es necesario.

— Pero no es por eso que eres un idiota — dijo Lara

— Al menos no por ahora — añadió Thiel.

Ambas, unidas de los brazos como amigas de toda la vida, se giraron para continuar por la acera techada hacia la entrada del campus sin esperar a confirmar si las seguía o no continuaron hablando. Era escalofriante como completaban la frase de la otra.

— ¿En qué demonios estabas pensando, eh?

—  ¿Señor Matrimonio, eh?

Además de hermanas debía decir que me recordaban a mi abuela. Tenían el temperamento para escupir fuego como el viejo dragón si se lo proponían. 

Touchdown en tu corazón Where stories live. Discover now