9. Debate

82 10 2
                                    

Daniel

— No — respondió ella inmediatamente, levantando sus ojos para mirarme directamente. Tenía incluso un ceño fruncido debajo de la solapa de su gorra— Por supuesto que no.

— ¿Por supuesto que no? — repetí con incredulidad.

— No — insistió — Nunca.

— ¿Nunca?

Mis cejas se arquearon y por cerca de un minuto solo nos miramos fijamente, yo con la boca abierta y ella parpadeando con inocencia. ¿Debía de ser tan contundente cuando yo solo le había pedido una cita? Ni siquiera debía ser una cita, es decir, ella realmente era muy guapa con sus ojos oscuros, sus labios naturalmente rosados y voz rasposa, no iba a mentir diciendo que no había pensado cómo sería besarla un par de veces, pero no hasta el punto de caer sobre ella como una bola demoledora de sexo.

Por supuesto que no.

Sino que realmente me agradaba su personalidad, seguía siendo un misterio como podía parecer tan serena y fría por afuera pero tener un huracán gruñón y audaz adentro. Un misterio que me atraía y deseaba conocer mejor.

Hay otros tipos de relaciones entre una chica y un chico, podíamos ser amigos o incluso otra hermana para mi colección. 

— No eres mi tipo — dijo, entonces.

Resople porque realmente parecía sacado de la nada.

— Mentira.

Esta vez sus cejas se arquearon y su boca se entreabrió.

— ¿Qué? ¿Dices que estoy mintiendo? — luego sacudió la cabeza con una mueca condescendiente — No puedo creer que seas tan arrogante.

Hundí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta y me incline para mirarla.

— No es mi orgullo herido, Bianca — y en su mayoría no lo era —Yo en verdad soy de la convicción de que las personas no tienen su tipo ideal.

— Lo dice el hombre que busca una chica por su cabello castaño — puso sus manos sobre el mostrador de café para también mirarme de cerca, desde allí podía ver un diminuto lunar cerca de la esquina de su ojo que nunca había notado.

No sabía en qué punto habíamos pasado de una conversación medianamente tranquila a una con la necesidad de enviar pullas hacia el otro pero ella tenía una mente muy rápida para herir.

— Personalmente prefiero a las rubias...

— Estas refutando tu propia teoría, Noble — interrumpió con una sonrisa burlona.

¿Noble? ¿Ella me estaba llamando Noble en ese tonito? ¿Y esa sonrisa de dónde rayos había salido? Saque mis manos para ponerlas a cada lado de las suyas en el mostrador.

— Personalmente prefiero las rubias pero esta chica, esta asombrosa chica que me pidió matrimonio por teléfono me dio como única referencia que tenía el cabello castaño por lo que tengo que aferrarme a eso y buscar — enfatice cada palabra con un golpe en la madera, cuando ella miró tentativamente hacia otro lado la seguí para que mantuviera el contacto y escuchara con atención cada palabra.

— Aunque no te guste — resopló.

— Cuando te enamoras de alguien no importa cuánto detestes la combinación de ojos cafés y cabello castaño si esa persona los tiene los amarás con locura.

Pude ver como su valentía se desinflaba, se apartó y giró obstinadamente hacia otro lado. Era lo suficientemente arrogante como para no admitir que mi punto tenía validez, se limitaría a barrerme debajo de su alfombra e ingnorar lo que había ocurrido.

Pero no lo iba a permitir, si algún día y con alguna persona debía surgir mi arrogancia era con ella en este momento. Era demasiado odioso para dejarme barrer debajo de su alfombra.

Me hice a un lado cuando llegaron dos chicas a pedir sus bebidas, ella me lanzó una mirada de reojo antes de atenderlas que decía "vete ya"

Sonreí.

— Técnicamente es media cita — dije.

Se sobresaltó y las dos chicas me miraron con sus ojos muy abiertos y brillantes que ignore cordialmente. Bianca, con una mueca de sus labios que en lugar de hacerla amenazante la hacía ver muy mona me ignoró y procedió a hacer su trabajo. La observé todo el tiempo, las luces led en lo alto del techo del camión hacían brillar los mechones de cabello que sobresalían de su gorra a la altura de sus orejas, rebeldes y muy rubios aún, su camisa de botones de manga larga, su delantal y sus guantes negros cubrían la mayoría de piel lo que enfatizaba más la forma redondeada de su barbilla y sus labios rosados.

— Una tercio de cita, Whisky — dije en cuanto las chicas se alejaron.

— ¿Y si digo que no me agradas? — soltó poniendo sus manos en sus caderas.

Abrí la boca para decir que estaba mintiendo de nuevo pero entonces lo pensé, lo pensé realmente mucho. Otras dos personas vinieron por café, ella volvió a ignorarme y a hacer su trabajo con eficiencia pero aún después de que se habían ido no tenía una respuesta. Porque aunque evidentemente era una mentira y sólo lo decía hipotéticamente había algo de verdad, ella por alguna razón no quería. No se estaba haciendo la difícil conmigo porque ciertamente no me veía así, sino solo no quería.

Pero aún así...

— No me agradan los jugadores — añadió

— ¿Estamos teniendo otro debate ideológico? — cuando ella no respondió señale lo obvio — Tu mejor amigo es un jugador.

— Aún no lo es oficialmente

— En algún momento lo será, ¿dejará de agradarte?

Ella negó.

— Fue mi amigo antes.

Ahora estaba siendo simplemente terca.

— Tu hermano es un jugador

— No me agrada Morgan — dijo inmediatamente.

Y no podía culparla, a mi tampoco me agradaba Powell especialmente.

— No me agradas tú.

Observé sus ojos, o realmente está vez iba en serio o tenía la mejor cara de poker del mundo.

— Entonces te dejaré en paz — respondí finalmente, siendo honesto.

Aunque si había mentido en una cosa, había algo en ella que nunca me dejaría verla como una hermana. Que me haría fácilmente enamorarme de ella.

Touchdown en tu corazón Où les histoires vivent. Découvrez maintenant