21. Maravilloso Desastre

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Mientras la veía, con su espalda apoyada contra uno de los pilares de granito afuera del edificio y sus ojos cerrados no podía dejar de pensar en cuán idiota había sido yo.

Maldita sea.

Había notado esa cosa extraña que había hecho al robar las botellas de Morgan y Zac, pero no había esperado que se tomara todo de esa manera. Dios, realmente no podría culparla luego de tener que lidiar con ambos imbéciles, pero se supone que yo estaba allí para evitar un desastre.

Y esto era un desastre.

— ¿Gran trabajo hice, eh? — puse la botella de agua de nuevo frente a ella, presionandola suavemente contra sus labios mientras sostenía la parte posterior de su cabeza inclinada — Bebe un poco, corazón. Solo un poco más.

Ella tomó un sorbo y parpadeó hasta fijar su mirada desenfocada en mí.

— Daniel — Su voz era un tono más ronco que lo usual.

— ¿Si?

— ¿Puedo quedarme en tu casa hoy, por favor?

Solté el aliento que no sabía que estaba conteniendo, al pensar que me diría algo peor. Supongo que no estaba tan ebria ¿o lo estaba? ¿Qué me pidiera que se quedara en mi casa era bueno o malo?

— Por supuesto — aparté un mechón de cabello errante que caía sobre su ojo, ella me respondió con una sonrisa trémula. Intenté curvar mis labios pero la ansiedad y frustración que sentía enviaba tirones agudos desde mi espalda hasta mi cabeza — ¿Bianca, puedo preguntar por qué bebiste así?

— No podía dejar que ellos bebieran, Daniel — susurró volviendo a cerrar los ojos — Ya se parecen lo suficiente a Samuel sobrios, no quiero que también sean unas bombas de relojería cuando están ebrios.

Mi boca se cerró y desvié mi mirada al suelo, escogí mis siguientes palabras con cuidado.

— ¿Tu padre... bebe?

— Es un maldito borracho — respondió con una inclinación dolorosa de sus labios.

Eso explicaba muchas cosas, justamente su eterna expresión triste y tensa, el porqué a veces parecía con ganas de quererse comer el mundo de un bocado pero luego se hacía tan pequeña como una hormiguita con el peso del mundo en sus hombros.

— Debe ser difícil vivir con él — dije lentamente.

Ella no respondió por un largo rato, sus ojos se mantuvieron cerrados como si no estuviera aquí sino en otro lugar. Tal vez menos frío, más iluminado, mucho más seguro y lejos, me gustaría creer que era así. Pero entonces cuando abrió sus ojos nada había cambiado sino para peor.

— Daniel, quisiera...

— ¿Ahora también le cuentas estas cosas al cretino? — Morgan nos interrumpió desde un costado, Zac a su lado.

Finalmente habían salido de pagar la factura y pedir disculpas de un restaurante del que seguramente estaríamos vetados todos de por vida. De nuevo ambos estaban ignorando sus problemas entre ellos para unirse contra mí y esta vez luego de lo ocurrido no eran nada agradables.

Bianca ni siquiera parpadeó al girarse hacia ellos.

— Vete a la mierda — hizo un arco hacia ambos — Los dos iros a la mierda. Estoy harta.

Luego se volvió hacia mí para tomar mi mano y comenzar a caminar hacia el lado opuesto, pase un brazo alrededor de su cintura cuando comenzó a tambalearse. Arrugó su nariz y su piel pasó de sonrojarse a tener un tono verde grisáceo enfermizo.

Touchdown en tu corazón Where stories live. Discover now