13. Ping Pong

78 10 6
                                    

Bianca

Cualquiera coincidiría con que entrar a una habitación llamando a gritos a una chica con:

— ¡Allí esta mi caballo ganador, señores!

No era lo más sutil del mundo. O siquiera minimamente agradable. Evidentemente borracho Zac me echó un brazo sobre los hombros y besó sonoramente mi mejilla.

Con todas las miradas puestas en mi, enrojecí hasta que mi rostro palpitó dolorosamente, rígida en donde me había levantado de la mesa para llevar los platos a lavar. Guadamosi, Daniel, Forbes y Lara hicieron diferentes muecas notando que tan poco amable había sido.

— Hey, Davidson — regañó Lara.

Pero ni siquiera la pequeña coach podía detener a la horda de novatos borrachos que invadió la cocina, todo un contraste con el ambiente tranquilo que habíamos compartido para la cena se vio sofocado por los cuerpos sudorosos y apestosos sin camisa. Tome una respiración profunda y miré nerviosamente a mi alrededor.

— Diles, Bi. Diles quienes son el equipo imparable en las mesas de ping pong desde los trece — Zac me sacudió levantandome varios centímetros del suelo.

— Zac... —  giré mi rostro para mirarlo y hacerle saber cuanto me disgutaba su actitud.

Pero fue lo suficientemente estúpido para ignorarla.

— No lo sé, Zac — respondió uno de los tipos que jodidamente no tenía ganas de recordar su nombre con una ronda de risas — No parece tener edad ni para conducir.

¿Qué?

Le disparé una mirada al tipo, pues claramente era mayor que él y muchos de los demás.

— Deberás subirla a tus hombros, hermano — dijo otro.

— No quisiera golpear a la muñequita por ti.

— Ella va a patear sus traseros, cretinos —aseguró Zac prácticamente arrastrandome con él hacia la terraza — Mi pequeño marcador neón es la mejor.

Aunque era un término cariñoso, mi mano se disparó a mi cabello con un temblor. ¿Estaba brillante de nuevo? ¿Me veía patética de nuevo?

Pero... ¿En algún momento había dejado de serlo? Y que lo usara en publico me hirió y enojo, se suponía que los amigos no se burlan de sus amigos en público. No los usan como espectáculo.

La mayoría nos siguieron hacia la mesa de ping pong con risas y alientos. Antes de abandonar la cocina mire hacia atrás, hacia Daniel y me pregunté qué estaría pensando en ese momento. ¿Encontraba divertido que me tratarán así? ¿Era esa clase de persona? Incluso Lara, Forbes y Guadamosi. ¿Podrían reírse de las ofensas hacia otras personas?

Giré mi rostro antes de mirar realmente a ninguno, no quería descubrir que lo eran.

Había pasado largas horas de mi vida escribiendo, sentía que casi podía conocer cada palabra necesaria para describir algo. Pero esa noche me di cuenta de que no lo hacía, de que no conocía la palabra para describir ese horrible olor de aliento apestoso a alcohol con ácidos gástricos y la sensación que me traía por asociación, tenía que parpadear con fuerza para evitar las lágrimas de pura frustración mientras Zac se inclinaba sobre mi rostro.

— Bi, debes enseñarles lo que sabes — realmente no me estaba hablando a mi sino a sus nuevos compañeros oficiales de equipo, llevándome por la sala como quien lleva un títere al escenario.

No era como si fuera la primera vez teniéndolo sin camisa a mi lado, pero era asqueroso sentir su axila desnuda a la altura de mi cara. Uno de sus colegas idiotas se acercó por mi otro lado para que de una manera totalmente condescendiente y burlona palmear mi cabeza.

Touchdown en tu corazón Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum