18. El Peor Partido

76 8 0
                                    

Daniel

Sé lo que es la disciplina, sé que es entregarse completamente a algo hasta que ya no hay límites entre ti y ese algo. Desde que le dije a mi abuela que quería jugar fútbol entrene duro, jugué duro, peleé duro y llore aún más duro cuando llegaba agotado a mi cama por las noches. Y aunque muchos creían que debías odiar en cierta medida lo que te exige disciplina, yo no lo odiaba. Yo lo amaba. Amaba jugar. Entrenar. Ganar. Y perder, incluso. Amaba hacerlo y aunque estuviera mentalmente mal y físicamente exhausto, siempre encontraba un lugar seguro en el deporte.

Por eso resistí los veinte minutos en que el Coach Marshall me tiró mierda por faltar al entrenamiento justo antes del partido, aunque lo que realmente quería era mandarlo a la mierda y solo entrenar como yo quería. Hacer lo que yo quería.

Y era una necesidad imperante desde que las últimas horas había sido obligado a hacer lo que había hecho. Obligado a ignorar mis principios y atentar contra la persona que me los había enseñado en primer lugar.

Le había robado dinero a mi abuela.

La confesión podría haber sido simple e inocua si la hubiera dicho un niño que hubiera tomado un par de dólares de su monedero para dulces. No un imbécil de veintitrés años que tomó veinte mil dólares de su fondo de retiro para pagarle a un diller.

Me sentía como una basura que ni siquiera merece ser puesta en el bote de basura, que solo debía ser arrastrada por el caño hasta terminar pudriéndose en un lugar oscuro y olvidado por Dios. Me sentía enfermo. Realmente. Ya había vomitado dos veces y el entrenamiento de choque y resistencia que había tenido que reponer no ayudaba. Con la respiración entrecortada y cada poro de mi piel sudando como un grifo, di por terminaba mi noche alrededor de las once y salí del gimnasio arrastrando mi bolso tras de mí luego de cinco horas.

Si, dolía. Mi cuerpo ardía de una manera que no debía ser a solo once horas del partido. Un partido importante. Pero lo que sentía dentro del pecho era aún más doloroso y desgastante.

Me frote el rostro y sólo consideré desmayarme en algún lugar del complejo deportivo hasta mañana pero no era tan estúpido para hacerlo. No necesitaba tener una contractura en la espalda. Aunque todo doliera en este momento, aún podía moverme y jugar mañana. Un par de horas en mi cama resolvería cualquier otra cosa.

Al salir al estacionamiento ni siquiera sentí el frío gélido de la noche o el aguanieve cayendo con cada vez mas fuerza. Solo seguía sintiéndome peor. Si bien, mi abuela no podría notarlo en este momento y descartar mi comportamiento extraño de hoy-que sin duda ya le habrán dicho todos-en un par de días con una convincente explicación, lo notará en algún momento. Especialmente cuando estábamos cerca de acción de gracias y su tradicional cena para toda la ciudad.

Realmente me odie ante la visión de ella descubriendolo. Basándose en su infinita confianza en mí para negar que yo tuviera algo que ver. Ella diría "él no lo haría" "Daniel nunca lo haría".

Pero yo lo había hecho, joder.

Maldición.

Mis manos regresaron a frotar mi rostro con fuerza, sin estar seguro si me trataba de ocultar o simplemente arrancar mi cara para dejar de ser quien era. Pero al entrar en mi camioneta y mirar el espejo retrovisor seguía siendo quien era. El mismo tipo que abrazaba y besaba a su abuela porque era lo más importante para el en el mundo y el mismo que prácticamente le había rogado a Bianca le diera su corazón, el mismo que con una caradura de mierda se atrevería a hacerlo de nuevo.

Touchdown en tu corazón Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang