Gertrudis y la muñeca.

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Ruth venía de hacer las comprar del mercado, estaba agotada del trabajo, su mente estaba estrecha de solo pensar en tantas deudas por pagar, caminaba lentamente y centró su atención en la casa de los Hamilton, no podía creer lo que veía, estaban mudandose, sacaban cajas y cosas y de inmediato corrió a ver, Martha era su amiga y necesitaba una explicación.

-Martha, Martha ¿Dónde estás? Pregunto Ruth mientras ponía a un lado las bolsas del mercado.

-Aquí estoy, Hola Ruth ¿Que tal?

-Martha, ¿Vas a mudarte?

La vista de Martha se nublo un poco, agachó la mirada y miró a Ruth con una sonrisa forzada.

-Si, nos vamos a mudar, es que... Arturo consiguió un mejor empleo en Illinois y haya vive su madre.

-En Illinois, bueno no esta muy lejos pero, cielos Martha voy a extrañarte y mi hija Gertrudis va a extrañar mucho a Kelly, por cierto ¿Como esta? Escuché que estaba enferma.

-Si... Ella esta bien, seguramente extrañará a Gertrudis y yo también te extrañaré mucho.

-Es una pena Martha.

-Por cierto, quiero regalarte algunas cosas, se que has tenido problemas y estas pasando una mala situación, así que quiero darte unas cosas, ropa, cosas de Kelly, algunos muebles y cosas de cocina, es que no podemos llevarnos todo hasta haya.

-¡Martha mi Dios! Muero de la vergüenza.

-Por favor, acepta mi regalo, eres mi amiga y quiero ayudarte.

Una lágrima se deslizó por la mejilla de Ruth hasta caer al suelo de tierra, ella lloraba de felicidad ante el enorme gesto de su amiga.

-Eres la mejor Martha, siempre te llevaré en mi corazón, dijo Ruth y abrazó a Martha fuertemente y esta le devolvió el abrazo entre lágrimas.

-Enviaré mañana a alguien para que te llevé las cosas, nosotros ya nos iremos.

-¡Por Dios! Vine a tiempo para despedirme, lastimosamente Gertrudis anda por la escuela, no podrá despedirse de Kelly.

-No te preocupes, así es mejor y no les dolerá la despedida.

-Adiós Martha, cuídate mucho.

-Tú también Ruth, cuídate mucho y siempre ten la vista al frente, las mujeres somos fuertes y tú vales el doble.

-Hay Martha...

-Martha, debemos irnos, gritó Arturo y Martha se despidió de su amiga, Ruth los vio irse y sintió un dolor muy grande y una pena por ellos, tomó sus bolsas del mercado y se fue.

-¡Mamá! Gritó Ruth mientras entraba a la casa.

-¿Que sucede? Pregunto la mamá de Ruth llamada Eva.

-Mamá, Martha y su familia se fueron del pueblo, se irán a Illinois, pero nos han dejado muchas cosas.

-Que alegría hija, esa familia era adinerada y tenían buenas cosas.

-Mamá las cosas no importan, me duele que mi amiga se vaya.

-Nisiquiera eran tan amigas, bueno seguiré con el almuerzo, ya ed hora de que vayas a traer a Gertrudis.

-Le dará gusto verme, me alegra que me hayan dado el día libre.

-Si verdad, bueno andale ya que tengo mucho que hacer.

-Nos vemos.

Ruth camino de nuevo, estaba cansada, pero quería ir por su pequeña hija y darle la gran sorpresa, seguramente la ropa de Kelly le quedará bien.

Ruth era una madre soltera, joven y hermosa, tenía su cabello corto y castaño, era un poco alta y delgada, había perdido a su esposo en la guerra y éste nisiquiera había podido conocer a su pequeña Trudy como le decía de cariño cuando estaba en el vientre de su madre.

-¡Mamiiii! Gritó Gertrudis muy emocionada al ver a su madre, normalmente era la abuela quién la llegaba a traer.

-Hola mi vida, ¿Como te fue?

-Muy bien Mami, aunque me aburre la escuela.

-Que mal cariño, pero es muy importante que vayas.

Si lo sé...

-Así es Trudy.

Trudy cantaba una canción, mientras tomaba de la mano a su mamá, Gertrudis era una niña inquieta, alegre y divertida, a sus ocho años era una aventurera que gustaba jugar con los chicos del vecindario e ir al bosque a jugar cerca del río, era una niña que proyectaba inocencia y dulzura, era pequeña y delgada, su piel era blanca y sus ojos verdes, tenía una cabellera larga y castaña al igual que su madre, aunque de hecho era muy parecida a su padre hasta en la forma de ser.

-Gertrudis, tengo algo que contarte, tu amiga Kelly y su familia tuvieron que irse del pueblo, pero nos dejaron algunas cosas y Kelly me dijo que te cuidaras mucho.

-Que pena mani, espero que me haya dejado sus cosas.

-¡Eres igual que la abuela!

-¡No!

No era que Gertrudis fuera igual de interesada que su abuela, de hecho odiaba eso de su abuela, lo que sucedía era que ella y Kelly habían dejado de ser amigas, Kelly se había hecho rara y todos los demás niños decían que estaba loca y nunca olvidaría esa espeluznante experiencia que tuvo al verla por la ventana, parecía un fantasma y con señas le había dicho que iría con ella, era un lenguaje que habían inventado con los niños del vecindario, así que... No estaba triste, estaba aliviada...

Al día siguiente, unos hombres llevaron las cosas a casa de Ruth, a Eva le brillaban los ojos al ver tantos muebles bonitos y costosos, llenaron la casa de cosas y dejaron dos cajas grandes y pesadas en el cuarto de Gertrudis, las cajas decían, "Cosas de Kelly" Gertrudis abrió las cajas emocionada y en la primera encontró muchos vestidos hermosos, algunos libros y zapatos, en la siguiente habían algunos juguetes y más ropa, Gertrudis no era muy fanática de los juguetes pues prefería jugar con los chicos o jugar en el lodo, pero hubo algo que llamó su atención, era una muñeca de apariencia extraña, era de algodón y porcelana, su cara daba miedo parecía real al igual que su cabello, llevaba un hermoso vestido color vino y un collar aún más hermoso, un collar con un lindo rubi, fue lo único que le gustó de la muñeca, la sacó de la caja y se dio cuenta de que era igual de grande que ella, sinceramente no quería esa muñeca y luego vio un papel pegado a la espalda de la muñeca. Era una nota y decía:

"Cuida bien de mi muñeca, era mi mayor tesoro"

Con cariño Kelly...

Al ver esa nota se conmovió un poco y prometió a su amiga que cuidaria de su "Mayor tesoro"…

Así empezamos una nueva historia, espero que les guste :D

¡Maldita Muñeca! #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora