En la ventana

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Poly finalmente se había ido, su cuerpo de muñeca estaba aquí pero fuera lo que una vez tuvo adentro se fue, que tristeza fue para Gertrudis darse cuenta que ni siquiera podría tener a Poly, probablemente ella hubiera sido su único apoyo y sus miedos habían hecho acabar con su amiga de plástico, que dolor, que tristeza.

Gertrudis llevó algunos animales a la casa, gatos, aves y peces, quería que ellos le hicieran compañía, así que se acostó de nuevo a dormir y con dificultad logro hacerlo, hasta que algo la despertó... Sintió como algo se subía a su cama, pensó que era alguno de los gatos pero al ver aquella silueta supo que no podía ser un gato, ¡Era Poly!

Sorprendida encendió la luz y ante ella apareció la vieja Poly de siempre, mirándola con furia y con sus ojos tan profundos, no sabía si estar alegre o asustada...

-Po... ¿Poly? Dijo suavemente y la muñeca la miraba como a una desconocida.

-¿Quién eres? Preguntó con una voz aterradora.

-Soy yo, Gertrudis.

La muñeca inmediatamente puso cara de asombro y luego de ira.

-¡Tú no eres Gertrudis! Gritó.

-Si, si lo soy.

-Eres una anciana, Gertrudis es una chica joven.

-De verdad, mirame yo soy Gertrudis.

-¡Maldita! ¿Cuánto tiempo ha pasado? Me has tenido encerrada tantos años que has envejecido tanto.

-Perdóname ¡Por favor! Pero tenía que hacerlo, estabas saliendote de control y Mike y yo...

-¿Dónde esta ese infeliz?

-Mike... Murió...

-Lo lamento...

Gertrudis se puso a llorar y la muñeca se acercó despacio y con mucha dificultad, Gertrudis la abrazó y de inmediato sintió unos escalofríos supremos, pero no le importo, entonces Poly comenzó a cantar una extraña y diabólica melodía y Gertrudis se quedó dormida...

A la mañana siguiente despertó creyendo que todo había sido un sueño pero no... Poly estaba en sus brazos y se alegró mucho de tener nuevamente al único ser que jamás quiso dejarla sola, a lo mejor le hacía daño pero que más daba si lo hacía, lo único que Gertrudis quería era morir...

Se levantó y se llevó a la muñeca, la sentó en la silla de bebé de Lucas que aún guardaba, era una silla de madera muy bonita y alta, lo suficiente para llegar hasta el borde de la mesa, ahí sentó a Poly y se puso a cocinar.

-Es bueno tenerte de nuevo Poly, espero que logres perdonarme.

Obviamente no hubo respuesta, Poly sólo cobraba vida de noche, se acercó hasta ella y tiró de su cuerda, era sorprendente que hubiera una muñeca con las mismas características de Poly.

-Seremos por siempre las mejores amigas, dijo la muñeca con una extraña voz.

Pasó todo el día con la muñeca y la trató como si fuera un bebé, ya no le importaba si su mala amiga no llegaba a visitarla, ya tenía a Poly.

Cada noche Poly cobraba vida, pero no era la misma, estaba tan débil y parecía no tener fuerzas, parecía una anciana al igual que ella, era de tantos años de encierro y de que no jugaran con ella, Gertrudis jugaba con la muñeca pero no era suficiente, así que comenzó a sacrificar a sus animales a petición de Poly para que eso le diera fuerza y vitalidad.

Gertrudis ahora salía con la muñeca, la subía a un coche de bebé y la llevaba a pasear, todos comenzaron a creer que Gertrudis de verdad se había vuelto loca por la muerte de su esposo, desbordaba lastima y miedo...

¡Maldita Muñeca! #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora