Nueva vida en Kentucky

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La mañana estuvo perfecta, sin muñecas malditas a su alrededor, pero esas pesadillas le habían puesto en que pensar, obviamente lo soñó por ese desafortunado incidente con ese animal, ahora estaba feliz porque esa muñeca no iba a regresar.

Se fue a la escuela como cada mañana, tuvo un buen día, de regreso a casa su abuela la esperaba con un delicioso almuerzo, luego salió a jugar un rato y de noche un apacible sueño la esperaba, había sido un día normal como los que tanto recordaba, ahora sonreía de gusto porque Poly se había ido en lo profundo de esas aguas...

Despertó silenciosamente y sintió como Bruno subía a la cama, estiró su brazo para acariciarlo y sintió la baba mojada de aquel animal.

-¡Bruno! Gritó Gertrudis molesta de que Bruno se hubiera subido a su cama babeando todo, pero recordó que siempre mantenía su puerta cerrada, luego vio la ventana abierta de par en par, siguió tocando a Bruno y sintió aquellos pómulos de plástico, aterrada miró que no era Bruno, era Poly.

-¡Poly! ¿Como regresaste?

Poly no contestó, la miró con furia y su respiración se agitaba, hacía un gruñido como perro y Gertrudis le dio una patada que la hizo caer de la cama, Gertrudis se levantó a encender la luz y la muñeca quedó petrificada en el suelo, la tomó de los cabellos y la encerró en el armario, corrió a la habitación de su madre y está estaba tan cansada que nisiquiera se dio cuenta que Gertrudis se había acostado a su lado.

El sol salió e hizo que Gertrudis abriera sus ojos, Ruth seguía dormida, se levantó y fue hasta su cuarto para buscar a Poly, la muñeca estaba en el armario y cuando abrió la puerta cayó de cara al suelo, como si hubiera estado apoyada contra la puerta, Gertrudis agarró el collar y la muñeca y subió hasta el ático, ahí su mamá guardaba un cofre con papeles y Gertrudis metió ahí a la muñeca y le puso el collar encima, cerró el cofre y guardo la llave, estos dos objetos le habían traído tantos problemas y de verdad no quería volver a verlos, mucho menos que la vengativa muñeca le hiciera algo terrible...

               5 años después.

Gertrudis ya tiene 15 años, ya es toda una mujercita como dice su abuela, esta más bella que nunca, dejó atrás sus juegos y ahora sale de paseo a la ciudad, sigue siendo la misma aventurera de siempre y muy extrovertida, su vida había vuelto a la normalidad desde que había encerrado a la muñeca en el ático, nunca volvió a subir de nuevo y el cofre viejo jamás fue abierto de nuevo.

Ruth conoció a Thomas, un vendedor que llegaba de vez en cuando al pueblo en su pequeña camioneta, vendía artículos de limpieza y cosméticos, era un hombre atractivo y de inmediato se ganó la atención de Ruth, ya tenían dos años de relación y Gertrudis estaba feliz por su madre, ya era hora de que tenía rehacer su vida junto a un hombre bueno y que la amara, por desgracia sólo lo veía dos o tres veces al mes, Ruth lo extrañaba mucho y cuando lo veía le volvía la sonrisa.

En uno de esos viajes, le propuso matrimonio a Ruth y que se fueran a vivir juntos, Ruth aceptó encantada, él era de Kentucky lo que significaba que tendrían que mudarse lejos, obviamente se llevarían a Gertrudis, esto iba a ser difícil de aceptar para ella pues Gertrudis había vivido siempre aquí y aquí tenía a todos sus amigos y seres queridos, tantos buenos recuerdos de una vida que no podría dejar atrás fácilmente.

-Gertrudis, queremos decirte algo, dijo Ruth mientras tomaba la mano de Thomas.

-¿Que sucede? ¿Van a casarse? ¿Tendré un hermano?

-Si y todavía no, vamos a casarnos.

-¡Que emoción! Dijo Gertrudis mientras los abrazaba a ambos, Thomas le agradaba mucho.

¡Maldita Muñeca! #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora