CAPÍTULO 17: Fogata I

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LIANA

Todavía me duele el pecho por lo ocurrido hace unas horas. Todavía siento ese nudo en la garganta que no me deja respirar bien. Todavía siento ese vacío en el estómago como si me hubiese arrojado por segunda vez del acantilado, pero esta vez sin Theo para que me sostuviera. Siento que me hundido en el mar, mi cuerpo completo y mi dignidad junto con este.

"También lo deseaba", pronuncié.

No sé dónde ha surgido esa valentía que ni yo misma puedo reconocer, pero empiezo a sentir los efectos y consecuencias de ello. Qué ridícula me he de haber visto sollozando de esa manera frente a él. 

"Pobre chiquilla, tonta y caprichosa".

 Me voy junto a Korina en silencio y caminando por las calles un poco alumbradas y estrechas de Procida. Se esuchan los maullidos de gatos a lo lejos y entonces me pregunto si Theo va a darle de comer a mi pequeña bola de pelos. Desde que le dije que es un obsequio de Adrian casi no puede tenerlo cerca. Es un tonto infantil. Un tonto infantil que me ha rechazado. 

Korina va a mi lado y en silencio.  Ella no ha comentado nada aunque sé que lo sabe todo. Ha escuchado nuestra conversación, estoy segura de ello porque... ¿Qué probabilidad hay de que no lo hiciese cuando la habitación está solo a pasos de la sala? 

Le agradezco por su prudencia, aunque no sé muy bien si es eso, después de todo  siento que entre ella y Theo hay algo que aún no sé cómo describir y puede que su silencio se deba a que está intentando contener las ganas de agarrarme de los cabellos. Sin embargo, Korina no se ve como ese tipo de chicas, me refiero a las que suelen marcar territorio por un hombre. Además, después de haberme arreglado el cabello y ayudado a vestir para mi "primera fiesta" en Procida, no creo que ella guarde recelo hacia mí.

Si va a ser mi chaperón esta noche, entonces debo al menos intentar ser más amistosa con ella.

—¿Vives mucho tiempo aquí?

No sé por qué me intriga la procedencia de todo el grupo, pero siempre pregunto algo similar o que tenga relación a ello.

—Nací aquí. 

—Debe ser genial haber poder disfrutado toda tu infancia de estos lugares tan maravillosos.

—Un poco —responde cortante.

Me animo a preguntar algo más. Alguien debería cerrarme la boca.

—Estoy interesada en obtener un trabajo durante el tiempo que me quede aquí, ¿conoces a alguien que quisiera contratarme?

Ella gira y me da una sonrisa muy forzada antes de mirarme de pies a cabeza. 

—¿Acaso no solo te quedarás un mes?

—No lo sé, quizás más. Mis clases en la universidad empiezan hasta el próximo año y quiero aprovechar lo máximo posible. Quizás mis padres viajen conmigo para no tener que vivir en una residencial, aunque a mí la idea no me parece mal. Siempre he querido vivir en una, dicen que los compañeros de cuarto son geniales—no me doy cuenta de lo animada que sueno, hasta que Korina me interrumpe. 

—Yo de ti, me iría cuánto antes. 

Sacudo mis hombros y miro hacia el frente.

—Eso sonó como a una advertencia.

—Lo digo porque le estás causando dolores de cabeza a Theo y por lo que oí, también se la estás calentado.

Me sonrojo.

—Nosotros, no... —titubeo.

Ella blanquea los ojos.

—Theo y yo no somos nada, así que lo que hagan en su departamento no es asunto mío, pero él es mi amigo y lo conozco —me mira con énfasis, luego resopla—. Debe tener la cabeza hecha un lío ahora mismo, así que te recomiendo le hagas las cosas más fáciles y te portes como una maldita niña buena al menos unos días, ¿entendiste?

Cuando te enamores de mí.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu