Capítulo 38: Desde Charlotte

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Liana

Cuatro de la tarde. 

Theo no debe estar en el departamento ahora mismo. Luca me deja en la puerta del edificio y luego se marcha porque aún tiene algunas cosas pendientes antes de su viaje. Regresar a este lugar me produce una presión en el pecho instantánea. No han sido muchos días, pero pareciera que hubiese pasado una eternidad. 

Ya en la sala, miro a mi alrededor y lo primero que me recibe es Kensy. Se pega a la bota de mi pantalón y pide que la cargue. La tomo y la acurruco entre mis brazos. Suelto algunas lagrimillas de felicidad.  Había reprimido mucho las ganas de regresar a este lugar y aunque solo fueron unos cuantos días, pareciera que hubiese sido una eternidad. 

Me dirijo a la habitación con Kensy entre mis brazos, en cuanto ingreso, el corazón me duele un poco más. Mi gata salta sobre la cama y yo me quedo mirando ese espacio desde la puerta. Hay mucho desorden, eso ni negarlo. Theo no ha hecho limpieza en toda la casa. Su ropa está sobre la cama y los cajones de la cómoda están abiertos. Pensé solo tomar mi ropa, guardarla en mi maleta e irme, pero no pudo dejar todo este desastre así como está. Pronto me veo guardando y doblando la ropa en su lugar. Al abrir el closet, su aroma me llena por completo. Tomo una de sus camisetas y la sujeto a mi pecho. La abrazo fuerte, como si lo estuviese abrazando a él. 

Consideraría regresar a esta habitación, a este departamento, si no fuese porque todavía me quiero demostrar a mí misma que puedo hacerlo. Puedo cuidar de mí, puedo avanzar sola. 

No me basta con la habitación, limpio la cocina y arreglo los cojines de la sala. También lavo los platos de Kensy y le cambio la manta de su camita. Le dejo comida en su plato y mucha agua. Todo queda más limpio y oloroso cuando termino. 

—Espero que Theo no lo note —me digo a mí misma y luego suspiro.

—Sí que lo voy a notar.

Escucho su voz y giro de inmediato. Theo está unos pasos cerca de la puerta mirándome con una hermosa sonrisa. Me sonrojo al notar que me ha descubierto. 

—Quise... ordenar un poco —agito una mano hacia atrás—. Espero que no te moleste.

—¿Por qué lo haría, Tigger? 

—No lo sé —subo los hombros.

—Es tu casa, puedes hacerlo.

Mi corazón se siente feliz al escucharlo. Es bueno saber que Theo siempre será ese lugar seguro, pero... no puedo ser dependiente de ello. Necesito volar.

Voy a responderle algo muy maduro, pero en segundos veo un gesto de dolor en él en cuanto trata de dar un paso hacia mí. Pronto descubro que su labio está más hinchado de lo normal y que tiene el pómulo enrojecido e inflamado.

—¿Qué te pasó?

—Nada —dice casi quejándose. 

Trata de dar otro paso más, pero le cuesta mucho. Corro hacia él para ayudarlo. Tomo su mochila y la dejo en el sofá, luego tomo su brazo y lo coloco sobre mi espalda para que pueda caminar. 

—Dime la verdad, Theo —exijo, en cuanto lo veo desplomarse sobre el sofá.

Me mira desde abajo como un niño pequeño y luego baja la mirada. Parece que está buscando alguna buena mentira, que por supuesto no voy a creer.

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2023 ⏰

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