CAPÍTULO 33: Lo que tú desees

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Nota: Hola, dulces seres jijiji. Es probable que ya nadie haya pensado que iba a actualizar y que muchas se hayan ido a estas alturas, pero quiero agradecer a las que aún les interesa la historia, es por ellas por quien decidí continuar y dejar este silencio de tanto tiempo (más de un año). Espero que disfruten el capítulo. Lo escribí en un golpe de inspiración, así que es probable que haya horrores, perdón por ello, lo editaré pronto. Loas quiero. Arriba la canción que inspiró este cap.


—¿Cómo aprendiste a andar en tacones?

Theo está parado frente a mí con las manos en las caderas y trepado en un par de tacones de nueve centímetros. Cuando le hago la pregunta mira hacia el techo y parece recordar alguna situación en especial. Desde el sofá lo miro completamente embobada. Se ve aún más guapo con ese toque de feminidad. 

—Hace un par de años para uno de los aniversarios de Procida, hicimos una actividad para recolectar dinero para los niños de la parte alta de la isla. Era una obra teatral y yo era la protagonista. 

—Joder —aplaudo—. ¿De qué trataba?

—Era una versión moderna de Rapunzel. 

—Me encanta.

—Y tuve que besar a un tío.

Mis ojos se abren de la sorpresa.

—¿A quién dime? ¿A quién?

Theo se da media vuelta y camina hacia la pequeña barra. 

—No te lo diré.

—Entonces voy a adivinar —digo tras de él.

Lo veo servirse agua en un vaso y mirarme ceñudo por encima de este cuando bebe. Tecleo sobre el mesón mientras pienso en el nombre. Será fácil, debe ser alguien que a Theo le cueste admitir haber besado.

—¿Huk?

—Puaj. 

Río tan fuerte que mi risa hace eco.

—¿Santi? ¿Alguno de los gemelos? ¿Carlo?

Theo sigue bebiendo el agua.

—¡Adrián!

Escupe el agua casi en mi cara.

—Eres un puerco.

Esta vez es Theo quien suelta una carcajada.

—Espera, espera —lo señalo—. ¡Besaste a Adrián!

—No me recuerdos esos cinco segundos de agonía.

—Oh por Dios, por cinco segundos. Eso es increíble. ¿te gustó?

—No —dice cortante—. Besa feo.

—Eso no es cierto —se me escapa.

Mierda.

Theo sube una ceja.

—¿Tú como lo sabes?

—Lo supuse, por la forma de sus labios y eso —muevo una mano para restarle importancia. 

¿Por la forma de sus labios? ¿Acaso estoy en la secundaria?

—El punto es que fue una vez y es la peor cosa que he hecho por dinero. Fin de la historia.

—Lo voy a apuntar en la lista de cosas nuevas que descubrí de Theo Burckhardt. 

—Qué graciosa —dice, pasando junto a mí y aprovechando para despeinarme un poco. 

Cuando te enamores de mí.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum