CAPÍTULO 19: Favor

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LIANA

Los silencios entre Theo y yo fueron por mucho tiempo espacios que lejos de ser vacíos se sentían llenos de un sentimientos inexplicables y puros. Algunas veces solo lo veía concentrarse en una película, en sus animes, leer un libro, mientras yo, hablaba como una cotorra o simplemente solo me recostaba a un lado del sofá de mi sala pensando. Theo me escuchaba atenta y de manera silenciosa y yo fantaseaba con la idea de crecer y viajar. Algunas veces le proponía hacerlo juntos, que nos escapemos por la noche y viajemos a cualquier parte de la ciudad,  y él solo sonreía y me revolvía el cabello. Éramos como dos hermanos pasando el rato mientras esperaban la llegada de sus padres.  Juro que lo éramos. Y no sé en qué momento de mi vida mis sentimientos por él dieron un giro que ahora hacía todo incómodo y difícil. 

Ese silencio está justo ahora. 

Caminamos de regreso al departamento, Theo ha ido en mi búsqueda al hospital por una llamada de Korina. Desde que hemos cruzado la puerta de este, no ha dicho más que preguntarme si estoy bien o no. Se nota pensativo, como si estuviera tratando de encontrarle solución a un problema grande, o como si tuviese una preocupación que no lo dejara en paz. Por mi parte, tampoco he dicho mucho, salvo preguntar por mi gata.

Llegamos al departamento, Theo entra a la cocina y yo me quedo en el sofá acariciando a la gatita quien maúlla de hambre. 

—Debes estar muy hambrienta. Te traeré un poco de leche, ¿de acuerdo?

La dejo en el sofá y me dirijo hacia la cocina. Encuentro a Theo de espaldas preparándose una taza de café. Retuerzo los dedos sobre mi camiseta, nerviosa y bastante incómoda antes de decidirme a hablar.

—¿Puedo tomar un poco de leche para mi gata?

No gira, pero responde.

—Claro que sí esta es tu casa, Liana. Puedes tomar lo que quieras.

—Gracias —digo, bajito. 

Abro el refrigerador y me propongo a irme con la leche y salir de este momento incómodo, hasta que recuerdo que debo calentarla antes de dársela. Me detengo y doy un giro. Theo ahora está de frente, bebiendo en tragos cortos su café. Me mira y sube una ceja antes de tomar un trago más y dejar la taza tras de él y sobre la encimera. 

—¿Algún problema? —me pregunta.

—Necesito usar tu cocina. 

Se mueve a un lado. Ojalá su cocina no estuviese tan pequeña. 

Camino hacia y él y me coloco en el pequeño espacio que me ha otorgado. Tomo un vaso y vacío el contenido, luego lo introduzco en el microondas y espero en silencio treinta inquietantes segundos, pero suficientes para que Theo empiece a hablar. 

—¿Puedo preguntarte algo?

—Claro. 

Lo miro, él también lo hace uno segundos hasta que gira y oculta su gesto tras un sorbo de café.

—¿Tienes algo serio con Adrián?

Parpadeo.

—Somos amigos.

—Los vi besándose. 

Voy a responder para explicarlo, hasta que él me interrumpe.

—No te estoy reclamando nada. No quiero que lo malinterpretes. 

—No lo hago —respondo, un poco herida.

—Solo quería saberlo para hablar seriamente con él y preguntarle cuáles son sus intenciones contigo. 

Cuando te enamores de mí.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz