CAPÍTULO 5: El muelle

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LIANA

Adrián me recuerda a todo lo que papá me describió como chicos que no deberían estar cerca de mi círculo. Tiene el cabello desenfadado, un piercing en la ceja , otro en el labio inferior. Hay tatuajes asomándose encima del cuello de su camiseta y tiene otros cuantos en los brazos. Su cabello es negro y muy pegado, y tiene unos ojos hermosos. Es muy difícil para mí detectar algo malo en él cuando me siento completamente deslumbrada por lo atractivo que es. Y esta es precisamente la parte de la que habló mamá. 

Está bien que te dejes deslumbrar un momento, pero no te ciegues por una cara bonita y un lindo trasero...

Bueno, la última parte la dijo Chloe.

Encontrarlo a unas pocas calles de la casa de Theo, fue todo un milagro. Al principio me rehusé a aceptar su invitación de llevarme porque aún no olvidaba que él me había besado sin mi permiso. Después de unos buenos minutos de insistencia, logró que suba a su motocicleta y junto con eso, que empiece a caerme un menos mal. 

Al menos sirve para poner de los pelos a Theo y eso me encanta. No sé por qué, pero lo hace. 

Adrián toma mi mano mientras me lleva a lo largo del muelle. Lo acepto porque él parece querer hacer de esta noche algo inolvidable para mí y se lo agradezco, me parece un gesto mucho menos egoísta que el de Theo. Theo prometió muchas cosas antes de que yo llegue a Procida, pero hasta lo ha olvidado por completo.

Está un poco oscuro por aquí, los faroles iluminan de manera tenue y hay mucho viento golpeando y agitando mi cabello.  Todo se mezcla con la sensación de que estoy tensando la cuerda demasiado con Adrián, después de todo, él es un desconocido para mí y sumándole a eso, me besó. 

No puedo decir que no me gustó.

—Cuéntame de ti, Liana. 

Su pregunta me hace pensar en muchas respuestas a la vez, pero nada claro.

¿Quién soy?

No puedo decir que soy una ingenua chica de dieciocho años que tiene mil reglas en la espalda y un cuidador encima que parece no querer divertirse conmigo. Debe sonar más interesante. Debo serlo.

—Terminé el bachillerato y decidí venir a Procida para tomar un respiro antes de entrar a la universidad. Vivo en Charlotte con mis padres, pero... será por poco tiempo, planeo mudarme a California. Mi hermano es médico y...

—Eso suena muy planificado.

—No lo es —meneo la cabeza—. Para nada es algo planeado.

—Pues se escucha como un plan.

—¿Y eso sería tan terrible?

—Prefiero vivir un poco antes se sentarme frente a un escritorio o en el pupitre de un salón.

—¿No has ido a la universidad?

Adrián camina hacia las barandas del muelle. 

—Sí, pero dejé la carrera.

—Entiendo.

Saca un cigarrilo de su cajetilla y luego un encendedor de su bolsillo izquierdo. 

Cuando te enamores de mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora