CAPÍTULO 20: Alma

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LIANA

Siempre me ha atemorizado la idea de no tener un propósito en la vida. De no saber qué hacer con ella, de no encontrar mi "lugar". Ese lugar que algunos llaman hogar o simplemente la cosa o fuerza que te motiva a levantarte cada día.  

Después de que Theo partió en su viaje de estudios, miraba por la ventana todas las tardes preguntándome qué estaría haciendo él ahora mismo. Lo envidiaba en silencio, pero me sentía tan feliz por él. "Estoy segura de que ahora debe estar paseando por alguna calle hermosa de Europa", me decía a mí misma cuando solo tenía diez años. Cuando crecí y ya estaba en secundaria, antes de dormir, sobre todo los sábados por la noche, me recostaba pensando "Seguro Theo debe estar en alguna fiesta de universidad, bailando con alguna chica, quizás besándose" y lo envidiaba. A ella más que a él, a la chica que me imaginaba besando sus labios. 

Me consoló por varios meses la idea de que mis padres aceptaran que realice el viaje. Sola. Sin ellos y lo bastante lejos para huir de sus reglas que tanto me hostigaban. Así que cuando  aceptaron, me sentí feliz. No es que nunca lo haya sido. Papá y mamá se esforzaban a diario por hacer de mis días los mejores. Mi hermano era bueno conmigo, me enseñaba deportes, cosas nuevas en la internet; su novia, me enseñó a pintar; papá, me enseñó a cantar y mi madre me enseñó a cocinar la mejor pizza del mundo. No me quejaba, pero quería aprender más. Así que ese día no solo fui feliz, fui plena. Por fin podría abrir mis alas, lejos y lo mejor de todo, con Theo. 

Ahora ya no lo siento así.

Estos no son mis planes, son los de mi padre, de mi hermano, de Theo, pero no míos. Nunca lo han sido. 

Estoy tan molesta que podría salir de esta habitación, encarar a Theo y decirle todo lo que siento. Pero también me siento confundida y estúpidamente ilusionada. Mi corazón aún está eufórico, mis mejillas todavía están ardiendo y mi cuerpo todavía está estremecido. Lo que acaba de pasar ha sido más de lo que esperé. Pensaba que solo íbamos a besarnos, pero ha ocurrido más de lo que pude haber imaginado. Y si no fuese porque me siento traicionada, estaría en sus brazos aún. Sintiendo más de lo que sentí en diecisiete años de vida.

Pero no voy a perdonarlo. 

No puedo culparlo por usar el dinero, sé que lo necesita. Lo que no voy a disculparle es mentirme. 

Le propuse en secreto este viaje en un mail antes de graduarme, y él me traicionó. 

Planeó con mis padres más reglas. Aún peores que las de Charlotte. 

1. No querían que hable con extraños.

2. No querían que saliera sin la supervisión de Theo.

3. No querían que hiciera cosas peligrosas.

Pero la peor de todas, era no enamorarme. 

Porque ya lo estoy.

Tomo una camiseta del clóset de Theo y me visto con ella. Me arropo entre sus sábanas y trato de quedarme dormida. Mi bola de pelos, que no sé cómo logra escabullirse por todos lados, se acomoda a mis pies y se hace una bolita haciendo justicia a su nombre. Antes de cerrar los ojos, da un par de maullidos y empieza a ronronear. Me quedo mirando su plácido sueño para alejar las ideas tormentosas de mi mente. Y mientras la veo pienso que ahora que no tendré dinero, necesito algo para conseguirlo. No voy a pedírselo a mis padre, menos a Theo. Y ahora que sé toda la verdad, planeo divertirme mucho más en esta isla. 

Y con dinero baila el mono. 

Se me ocurren muchas ideas mientras bola de nieve se queda más que dormida, desde bailarina de bar, mesera, limpia luna, hasta vendedora de periódicos. Nunca he trabajado en mi vida. Ojalá lo hubiese hecho en mis épocas de verano en la escuela, pero yo no tuve una vida normal. Mientras mis amigas se la pasaban en sus trabajos de medio tiempo, yo practicaba con mi hermano algún deporte o simplemente mis padres me llevaban de viaje. 

Cuando te enamores de mí.Where stories live. Discover now