CAPÍTULO 6: "Coricella" (Editado)

4.8K 728 401
                                    


LIANA

Cuando despierto, el único recuerdo que llega a mi mente son las murmuraciones y gemidos de esa mujer tras la puerta de esta habitación. Tiro las sábanas de mi cuerpo y me empiezo a vestir. No tengo muchas opciones, así que tomo otra de las camisetas de Theo y uno de sus shorts. Salgo de la habitación rezando por no encontrarme nada que me quite las ganas de desayunar. Afortunadamente, todo está ordenadado. Nadie creería que ayer parecían estar filmando una película porno en ese sofá. Escucho ruidos en la cocina, asumo que se trata de Theo. Camino hacia el mesón y tomo asiento en una de las sillas.

En cuanto estoy apunto de hablar, escucho ruido en la entrada. Me sorprendo al ver a Theo ingresar con un par de bolsas en la mano. Al verme, hace un gesto extraño, como de arrepentimiento y un poco de vergüenza. No tengo tiempo de reaccionar, estoy intrigada por saber quién está en la cocina.

—¿Qué te apetece comer?

Korina asoma su cabeza en la ventana que divide la cocina de la pequeña sala, su gesto se transforma en uno de sorpresa cuando me ve. Luego, sonríe y su sonrisa hace que mi estómago se retuerza.

—Oh, ya te despertaste, pequeñita.

Mis mofletes pareces hincharse de furia.

Vuelvo a girar, esta vez Theo está a mi lado.

—¿Quieres desayunar?  —pregunta, la naturalidad de su voz me hace sentir más enfadada de lo normal.

—Puedo prepararte lo que se te antoje, hermosa —interviene Korina.

Mi mirada rebota entre ambos. Entre el rostro de una amabilidad fingida de Korina y el gesto de cordero a medio morir de Theo. Bajo de la silla y camino de regreso a la habitación.

—Liana... —murmura Theo.

—No tengo hambre, gracias —pronuncio.

Cierro la puerta de un solo tirón.

No sé cuanto tiempo pasa, pero sí sé que mucho. La mayoría del tiempo la paso leyendo algunos libros de Theo de su estantería. Y el resto, mirando hacia la ventana. Deseando salir y regresar al muelle. Sintiéndome aquí mucho más encerrada de lo que me sentía en Charlotte. En casa.

Y el poco, o más de lo que deseo admitir, preguntándome por qué rayos me siento tan furiosa. Es como si me hubiesen abofeteado varias veces sin haber podido defenderme ni una sola vez. Me siento indignada, herida e impotente. Siento que Theo no debería traer mujeres a su habitación cuando prometió pasar el tiempo conmigo. Mostrarme el mundo. Su mundo.

Si le gusta tanto Korina, ¿podría dejar de acostarse con ella este apartamento? Por mis planes, por nuestros planes, por...

¿Mí?

Cierro los ojos con fuerza. Escucho toquecitos en la puerta, no quiero abrir y me lo planteo por varios segundos, hasta que resoplo y decido caminar hacia esta.

—¿Aún te gustan las brochetas de fruta?

Mi vista se clava en le plato blanco con tres brochetas de fruta y dulce de leche. Puedo tomarlas y fingir que todo está bien, pero no lo está.

—¿Es una disculpa?

—¿Disculpa?¿ por qué?

Me enfado un poco más.

—Porque me dejaste sola toda la noche. Porque arruinaste mi velada con Adrián.

Porque escuché cómo tenías sexo con Korina.

Cuando te enamores de mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora