CAPÍTULO 2: Un mes con Theo (Editado)

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Un mes con Theo.

— Eso sonó como amenaza — digo.

Theo coloca una mano en mi hombro, obviando lo que acabo de decir, y me hace girar en dirección al restaurant. Aún continúa con la vista puesta en el tipo subiendo a su motocicleta. Sus cejas están fruncidas y sus labios semiabiertos. Está muy concentrado en ver que este desparezca de su vista, casi hasta luce preocupado. Por otro lado, yo me dedico a mirar su perfil con detenimiento, a admirar lo bien que luce su nariz y lo largas que son sus pestañas. Theo ha cambiado un poco, pero para bien. Está mucho más guapo de lo que puedo recordar. O quizás, mis ojos de niña nunca se dieron cuenta de lo lindo que era.

Él gira de improviso y trato de cambiar mi rostro por uno menos estúpido.

Liana, Theo es tu amigo. Es como tu hermano. Es tu primo político en realidad.

Theo coloca ambas manos en mis hombros y me mira fijamente.

—Ese tipo, es peligroso. Si alguna vez te los encuentras a solas, debes llamarme o alejarte de él. ¿Entendiste?

¿Más reglas?

Tengo suficientes con las de papá, Theo.

—Me besó a la fuerza, me ha quedado claro que es un patán.

—No, Liana, no es un patán es un tipo al que no vas a acercarte.

Me gustan los ojos verdes de Theo, pero no me gusta el gesto que está teniendo justo ahora.

—Vale.

—¿Vale? — hay desconfianza y un poco de molestia en el tono de su voz.

Inclino la cabeza hacia un costado.

—Ahora entiendo por qué papá y mamá te eligieron como el niñero del año. Te tomas muy en serio tu papel.

Theo achica los ojos.

—No es un chiste.

—Tampoco lo que dije — dicho esto, camino hacia el restaurante—. He visto lo que hizo. Voy a tener cuidado —digo dos pasos más lejos que él.

Suspira y yo le doy una sonrisa. No voy a tener una discusión con Theo por un idiota, pero no quiero que él crea que soy una niña a la que puede manejar.

Después del almuerzo, Theo pide dos copas de helado como postre. Me tenso porque esto es precisamente todo un deja vu. Él cumpliendo mis antojos y yo siendo una niña berrinchuda amenazante de llamar a mis padres si no cumplía lo que deseaba. Diciendo a cada minuto, hora e instante que extrañaba a mi antigua niñera. Theo pasó fatal los primeros días conmigo, aún lo recuerdo, pero poco a poco esas diferencias se convirtieron en un lazo muy fuerte entre los dos.

—Como en los viejos tiempos —dice, introduciendo en su boca la primera cucharada súper llena de crema de helado.

Un poco embobada, miro como las comisuras de su boca tienen rastro de crema.

Miro hacia otro punto y lleno mi boca de mucho helado frío.

A papá no le gustaría oír lo que estoy pensando ahora mismo.

—Theo...

—¿Uh?

—¿Te agrada que esté aquí?

—¿Y por qué no, Tigger? —sonríe—. No te he visto desde hace... ¿qué? ¿cinco años? Eras una niña cuando me despedí de ti en la escuela y ahora... —me enderezo—. Eres una chica de... dieciocho años.

Cuando te enamores de mí.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant