CAPÍTULO 9: Tócame

5.7K 696 347
                                    


LIANA

Un pie fuera del bar, puedo ver que el cielo está ya bastante oscurecido. Hay una pequeña corriente de aire chocando con mi espalda y brazos, la calle hacia el departamento de Theo está un poco más desolada que en la tarde. También empiezo a tener la sensación de que voy a ser regañada. Es obvio que Theo debe estar con los pelos de punta a estas horas. Llevo mucho rato desaparecida y no he contestado el móvil ni una sola vez. 

Extiendo los brazos y respiro profundo, el aroma a mar inunda mis fosas nasales. Quisiera ir danzando por las estrechas calles de Procida. Canturrear, saltar, correr, desordenarme el cabello y hacer alguna otra locura más. 

Hace un momento, estuve a punto de besar a un chico desconocido, presencié una pelea feroz y muchas botellas volaron sobre mi cabeza. Es más adrenalina de la que pude haber vivido en mis dieciocho años. Y es ridículo, lo sé, puede que sea poco, pero para mí es más de lo que pude haber imaginado.

De pronto, recuerdo que no estoy sola.

—La conclusión es que estás ebria. De otra manera, no estarías diciendo en voz alta todas esas cursilerías.

Miro a mi acompañante. Trato de retomar la compostura, aunque no pueda. Sé que Theo lo ha mandado hasta aquí para traerme de vuelta. 

—¿No vas a decir nada?

—No.

—Te salvé la vida, merezco al menos un agradecimiento.

—Claro que no — digo, mi voz se oye arrastrada—. Y una pregunta, ¿qué cara tiene Theo ahora? Seguro debe estar preocupado por su hermanita, ¿no?

—Él no me mandó hasta aquí, te encontré de casualidad y pensé que sería mejor sacarte de ahí antes de que alguien se aproveche de ti. ¿No sales mucho, verdad?

Hago un mohín.

—Nadie se estaba aprovechando de mí. ¡Y claro que salgo! ¡Soy una chica de mund... —me tropiezo con una roca, pero me recupero rápido estirando mi camiseta.

—Sí, claro que lo eres —dice él, en un tono burlón.

—¿Todos ustedes son iguales? —reniego—.¿Todo el grupo se propuso arruinarme las vacaciones? — le recrimino.

—Claro que no, ¿por quélo haríamos? Es un poco absurdo. 

Me detengo y lo miro fijamente. Levanto un dedo, lo veo doble, me tardo un poco en enfocarme. Arrugo las cejas y luego empiezo a apuntarlo una y otra vez.

—Theo, Korina y ahora tú.... —mi cabeza se siente pesada, ¿cuánto creció tanto?—. Ni siquiera sé cómo te llamas y por qué estás aquí. Podrías ser tú el que quiere aprovecharse de mí.

—Y arriesgarme a que Theo me desate la tercera guerra mundial, no gracias.

—Theo no le haría daño a nadie — mi cabeza ladea y mis manos se sienten frágiles. Dios, estoy tan ebria. Me voy caminado de lado izquierdo a derecho. Casi no puedo sostener mi cuerpo, siento unas manos en mi espalda. Giro a la defensiva y encuentro al tipo sosteniéndome.

Cuando te enamores de mí.Where stories live. Discover now