CAPÍTULO 30: "Lovely"

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THEO

Liana duerme en mi habitación con una paz que me obliga a admirarla por varios minutos. Su torso está desnudo dejando al descubierto sus senos y tiene los brazos levantados. Me acerco un poco y beso su frente, ella sonríe, se acomoda y gira dándome la espalda. Quisiera despertarla para tener otra sesión de media hora de sexo seguido, pero debe estar agotada y no quiero lucir como si estuviese desesperado, aunque lo este. Y de hecho me siento demasiado feliz.

Alguna vez me he enamorado profundamente, sí y creo que muchas veces. Sin embargo, con Liana se siente en un nivel superior. No es una persona ajena a mí, siento como si me perteneciera, al igual que yo a ella. Liana conoce todo de mí, cada parte de mi vida y yo la he visto en sus momentos más frágiles. Nunca he sabido cómo ayudar, cómo hacer para que sea feliz y ahora estando con ella, en mi cama, siento que por fin hemos encontrado la forma de complementarnos. No tenía que protegerla, solo tenía que hacerla feliz. Y me siento muy afortunado en que me haya permitido hacerlo de esta manera porque en serio, en serio me moría de ganas por tenerla en mis brazos.

Decido levantarme y tomar una ducha antes de prepararle el desayuno. Dejo que el agua fresca caiga en mi cabeza y entonces empiezo a recordar todo lo que hicimos hace unas horas.

Joder, me estoy poniendo duro. Tranquilízate, Theo.

Salgo de la habitación envuelto en una toalla, pero esta vez no encuentro a Liana sobre la cama. A cambio de eso, encuentro a su horrible gata de ojos verdes, Kensy. El animal me odia a matar, en cuanto me ve se le erizan los pelos y empieza a hacer ruidos extraños. Revoleo la vista y tomo asiento con cautela en el borde de la cama porque una vez intenté quitarla y se lanzó hacia mí para arañarme.

Cuando estoy vestido, voy a la sala y escucho mucho ruido en la cocina. Liana ha puesto música a todo volumen en el reproductor de su móvil. La canción es una de Stevie Wonder, no recuerdo el nombre, pero sí en dónde la escuché. A mi padre le encantaba cantársela a mamá en todos sus aniversarios de boda. Lástima que las cosas cambiaron después...

—Buenos días —la voz de Liana me desconecta, pero en cuanto la contemplo no puedo evitar sonreír. Intento aplacar mi nerviosismo de verla después de lo de anoche señalando su atuendo. Tiene un mandil manchado de algo blanco y color marrón, que supongo debe ser chocolate, al igual que hay manchas en sus mejillas.

—¿Qué haces, Tigger?

—Hago el desayuno —dice, con orgullo.

—Uhmm.

—¿Qué? ¿Crees que no sé cocinar?

—No dije nada.

—Tu cara lo dice todo, Theo —entrecierra los ojos, luego sacude los hombros con el ánimo inicial—. No te preocupes, voy a tener cuidado —resalta.

—No era por eso, solo...deja que te ayude —avanzo un paso, pero me detiene levantando una mano.

—No, no, no. Tu toma asiento y espera que a que yo haga la magia.

—¿Y cuál es esa magia? —tomo un pequeño arándano del centro de la mesa y me lo llevo a la boca. Noto que causa un efecto en Liana, así que lo termino de masticar.

Ella se muerde el labio y luego me mira sugerente.

—La magia es... —se traba e inclina la cabeza a un lado—. ¿Alguna vez te han dicho que haces las cosas de una manera muy provocadora?

Sonrío y luego mi gesto se transforma en una carcajada. Siento mis mejillas un poco tibias, pero quiero asumir frente a Liana el papel de que sí me lo han dicho, cuando es obvio que ninguna chica se ha atrevido a hacerlo. Pero Liana, mi Liana, es muy directa y eso es lo que me encanta de ella.

Cuando te enamores de mí.Where stories live. Discover now