CAPÍTULO 4: Cuidando de Liana

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THEO

—Ojos grises, piel blanca, cabello castaño y...

—Sí la vi. Se fue hacia allá.

—Gracias doña, Marizza. 

Nunca había reconsiderado tener otra vez una motocicleta hasta que Liana Cooper se escapó de mi custodia. Sí, mi custodia. Ella está a mi cargo y los Cooper fueron muy específicos con ello. Sabía que estas no iban a ser unas buenas vacaciones, pero el pago e bueno. Y necesito ese dinero para pagar todas mis deudas. El punto es que no sabía que cuidar de una adolescente fuera tan complicado. Creí que Liana disfrutaría leer libros en mi sala, ver películas por la tarde y dormir antes de las once de la noche. Era así como la cuidaba hace cinco años, pero noto que ella ha cambiado y mucho. Ya no es la niña que obedecía mis reglas, ahora es rebelde y voluntariosa y mierda... es muy bonita también.

¿Y a quién le importa eso, Theo?

Liana es tu prima.

Prima política, pero es casi lo mismo.

En fin.

Voy a encontrar a esa niña caprichosa y la llevaré al departamento. Ella no sabe qué clase de personas hay en este isla. Sí, todos son muy amables, sí hay gente buena, pero también hay grupos a los que no les gusta los turistas y les encanta engañarlos. Además de eso, Adrian me demostró hoy por la mañana que está interesado en iniciar una guerra contra mí y su punto es Liana. Debí suponerlo.  Solo buscaba un punto débil y lo ha encontrado. 

Caminar hacia el muelle me llevará unos buenos minutos y me intriga que Liana haya logrado tomar tanta ventaja de mí cuando ni siquiera conoce la isla. Empiezo a pensar que alguien la tuvo que haber llevado. Pero... ¿a dónde? Mierda, estoy frito. Y mis bolas corren un enorme peligro. Landon Cooper me las cortará lenta y dolorosamente.

Cuando estoy frente al muelle puedo distinguir a todo el grupo desde aquí, pero no veo a Liana por ningún lado. Estoy tentado a irme, pero elimino esa idea cuando me doy cuenta de que no sé en dónde podría estar. Quizás la vieron, la saludaron, ella se asustó y se fue. Puede que Carlo  haya intentado ser un imbécil con ella y haya decidido regresar a casa, así que cruzo la calle. 

Korina es la primera en verme, no duda en acercarse y darme un beso en la boca. A Kori le encanta besarme cuando se le da la gana o cuando está ebria. Y a mí ya no me agrada eso, antes sí, cuando parecía que ella y yo teníamos gustos similares, pero ahora me fastidia. No sé cómo decirle que por favor no me bese cuando ha comido pasta con atún y luego bebido cerveza.

Kori, por favor, no-lo-hagas.

—Sabía que vendrías — me susurra en el oído. 

—Kori, ¿viste a Liana? 

La música del fondo no me deja escucharla con claridad, pero sé que ha maldecido un rato. 

—¿Tú hermanita? — sisea. 

—No es mi hermanita, ¿la viste o no?

Ella se desprende de mi cuello y camina con su botella de vino en la mano hacia una roca. Toma asiento y cruza las piernas.

—Nop.

—Mierda — albotoroto mi cabello y miro tras de ella. 

En el fondo y en la entrada de la taberna del muelle. Carlo, Santi, Pame y Angelina forman un círculo de baile. Al verme, Pame levanta un brazo y grita un ¡Hey! Todos giran y se acercan a mí para saludarme. Kori sube una ceja y luego bebe del pico de su botella. Sabe que soy un traicionero.

Cuando te enamores de mí.Where stories live. Discover now