CAPÍTULO 7: Limoncello (Editado)

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THEO

Cuando siento el cuerpo de Liana quieto encima de mis muslos, tomo el control remoto de la televisión y la apago. Con mucho cuidado estiro un brazo bajo su cuerpo y otro bajo sus piernas para sostenerla. Camino hacia mi habitación y empujo la puerta con un pie. La dejo sobre mi cama y la cubro con una manta al pie de de esta. Su respiración es tranquila y hace unas muecas raras con la boca cuando se da un par de estirones. Por escasos segundos, me quedo quieto admirando lo bonita que es. Tiene mofletes grandes, una nariz pequeña y respingona y un cabello castaño que se mucho mejor desenredado que cuando tenía siete años. Sonrío recordando lo graciosa que era. Tomo un respiro y salgo de la habitación. 

Vuelvo al sofá y tomo un libro de la mesa de centro. Mi favorito y el que me regaló mi madre por mi cumpleaños número diez: Robin Hood.

De vez en cuando, lo ojeo, generalmente cuando siento que necesito volver a encontrarme conmigo mismo. Las cosas han estado difíciles hace un par de semanas, pero logré arreglar ciertas cosas para la llegada de Liana. Ahora siento que el problema es ella. Entiendo que ha venido con toda la energía y las ganas de devorarse Procida. Pero hay cosas de esta isla que ella no puede enfrentar. Es mi deber seleccionar solo lo bueno. 

Tengo mensajes de Korina en el móvil. Todos ellos tratando de explicarme lo que pasó esta noche. No contesto ninguno. Kori cree que, de algún modo, estoy enfadado por haberla encontrado en mi propia sofá teniendo sexo con Santi. Y la verdad es que no. Me importa poco con quien se acueste o no, pero no quiero decírselo hasta que la vea nuevamente, así que prefiero ignorarla.

A la mañana siguiente, me levanto un poco adolorido. El sofá es incómodo y pequeño. No tiene una buena espuma, así que me duele cada músculo de las piernas y espalda. Ingreso a la habitación y encuentro a Liana aún dormida. Preparo un poco de jugo de naranja para ambos y unos huevos revueltos. Desayuno solo, esperando que ella se despierte, pero no ocurre. No me animo a arruinar su sueño, así que le dejo una nota sobre el mesón. Guardo mi cámara en su forro y la cuelgo en mi cuello. Llevo mis llaves y mi móvil en mi bolsillo y salgo a la estación de policías para consultar acerca de la maleta perdida. 

Decido ir caminando y dejar la motocicleta de Carlo,  me hace bien pensar. Pensar en cómo ocultarlo todo. Como hacer que Korina mantenga la boca cerrada durante este mes. Cómo hacer para que mi grupo no descubra la verdad. 

A medio camino, una motocicleta se cruza frente a mí. Me detengo en seco, solo me toman un par de segundos descubrir que el tipo de casco y camiseta negra se trata de Adrián. 

Levanta  el visor y empieza a hablar. 

— ¿Y tu hermanita?

—Qué mierda te importa ella — mascullo. Si interés en ella me desencaja por completo.

Adrián ríe. Le resulta mi enfado y a mi me resulta golpearle la cara de imbécil.

—Solo vine a ofrecer un pequeño trato. 

—No hago tratos contigo.

—Como es los viejos tiempos.

—Ya no estoy de ese lado.

—Sí, ahora finges estar del lado equivocado — Adrián nota que estoy endureciéndome, saca un cigarro de su cajetilla, lo enciende y le da una calada. Se burla de mí en mis narices—. No vine a discutir, Theo. Vine a darte algo que sé que estás buscando.

—No creo que tengas algo que me interese.

—Creo que a tu hermanita le harán falta sus braguitas...

Cuando te enamores de mí.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ