Neville Longbottom y Sophie Weasley son mejores amigos. Han compartido lágrimas, promesas y risas.
Ambos se aman, pero solo como amigos.
Ambos sueñan con el otro, pero solo como amigos.
...¿no es así?
La verdad es que están enamorados.
Pero ambos...
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—¡No vuelvo, jamás, a subirme en esa cosa! —murmuro mientras acepto la mano de Neville, y bajo del thestral, invisible a mi vista. —Fue la experiencia más tenebrosa de mi vida.
Neville todavía sigue temblando de pies a cabeza, pero me sujeta con fuerza para ayudarme a bajar.
Hermione, Ginny y Ophelia aterrizan a nuestro lado, bajan de las monturas con expresiones de alivio por tocar al fin suelo firme. Luna desmonta con suavidad.
—Adiós, amiguita... gracias por el aventón. —comenta Ophelia, despidiéndose del thestral. —Eres una niña bonita... saludos a la familia.
—¿Y ahora qué hacemos? —pregunta Luna a Harry con interés. Como si esto fuera una divertida excursión.
—Por aquí. —indica él.
Nos guía rápidamente hacia la desvencijada cabina telefónica y abre la puerta. Yo vacilo un poco antes de seguirlo.
—¡Vamos! —nos apremia.
Ron y Ginny son los primeros en entrar, obedientes. Hermione, Ophelia y Luna se apretujan y los siguen, para cuando Neville y yo nos disponemos a entrar estamos tan apretados que el rostro de Ron choca contra el vidrio.
—Todos son tan altos... es injusto. —murmuro con molestia, al ser tan pequeña estoy en medio de todos mis amigos, y mi cabeza muy apenas y les llega a los hombros.
—¡El que esté más cerca del teléfono, que marque seis, dos, cuatro, cuatro dos! —ordena Harry.
Ron es el que está más cerca, así que levanta el brazo y lo indica con un gesto forzado para llegar hasta el disco telefónico.
Una fría voz femenina resuena dentro de la cabina.
—Bienvenidos al Ministerio de Magia. Por favor, diga su nombre y el motivo de su visita.
—Harry Potter, Ron Weasley, Hermione Granger. —dice Harry muy deprisa. —Sophie Weasley, Ginny Weasley, Neville Longbottom, Luna Lovegood... ¿tú cómo demonios te llamas?
