capítulo 40

2.6K 250 336
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

════ ⋆★⋆ ════

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

════ ⋆★⋆ ════

El callejón Diagon ha cambiado bastante desde la última vez que tuvimos la oportunidad de visitarlo: los llamativos y destellantes escaparates donde se exhibían libros de hechizos, ingredientes para pociones y calderos, ahora están ocultos detrás de unos enormes carteles que el Ministerio de Magia ha pegado en los cristales. Algunos carteles tienen fotografías animadas en blanco y negro de mortífagos, como Bellatrix Lestrange, por ejemplo.

—¿A dónde iremos primero, Molly? —le pregunta mi padre a mamá, siguiéndola por las calles adoquinadas.

—Me parce que lo mejor sería ir primero a Madame Malkin; Hermione y Sophie quieren una túnica de gala nueva y Ron enseña demasiado los tobillos con la del uniforme. Y tú también necesitarás una nueva, Harry, porque has crecido mucho. Vamos, por aquí...

—Molly, no tiene sentido que vayamos todos a Madame Malkin. —objeta papá. —¿Por qué no dejas que Hagrid los acompañe a ellos cuatro y nosotros vamos con Ginny a Flourish y Blotts a cómprales los libros de texto?

—No sé, no sé. —responde mamá, angustiada. Resulta evidente que no confía demasiado en Hagrid como para dejarlo a cargo de nosotros, aunque en realidad esa es la única razón por la que nos está acompañando. —Hagrid, ¿crees que...?

—No sufras, Molly, conmigo no va a pasarles nada. —la tranquiliza él.

Mamá no parece muy convencida, pero finalmente acepta que nos separemos y sale apresurada hacia Flourish y Blotts con papá y Ginny.

Hay muy pocas personas paseando por el callejón, y la mayoría sólo está haciendo compras rápidas para después desparecer lo más pronto posible, también tratan de mantenerse en grupo y no se distraen con nada. Todos tienen expresión atemorizada.

—Oigan, no me dejen solita. —me quejo con un murmuro asustado, siguiendo a mis amigos y a Hagrid por las calles.

—No sé si vamos a caber todos ahí dentro. —observa Hagrid tras detenernos delante de la tienda de Madame Malkin. —Si les parece bien, me quedaré vigilando aquí.

courageous| neville longbottomWhere stories live. Discover now