Amores desunidos (Mikeno) [COMPLETADA]

27

En un mundo antiguamente desierto y ahora lleno de vida se hallaba un cachorro de capa roja caminando sin rumbo alguno.

Si lo observabas bien podías notar ojeras y rastros de lágrimas, además de que decir que estaba decaído era poco.

Sacudía su cabeza de vez en cuando alejando los recuerdos con su amigo para enfocarse en su misión, obtener la gema.

El problema era que no se hallaba del todo consciente y estaba agotado, no había logrado dormir en toda la noche, de hecho si algo lo atacaba sería fácil derrotarlo, estaba vulnerable tanto física como emocionalmente.

Luego de unas horas vio la gema colocada en un árbol de tamaño considerable.

Quería acabar rápido con eso, así que sin pensarlo mucho se acercó para tomarla, sin contar con que al intentarlo los árboles de alrededor lo atrapar con sus ramas.

Cada vez el agarre era más fuerte y sé quedaba sin aire a la vez que sentía como sus huesos amenazaban con quebrarse.

Se rindió y cerró los ojos con fuerza esperando tranquilo su muerte, pero al hacerlo una imagen del de corona cruzó por su cabeza, entonces se decidió que si moriría primero debía disculparse con su amigo.

Comenzó a forcejear en un intento de escape, al no lograrlo se dio cuenta que su vista se volvía borrosa, tomó su última bocanada de aire, pues las plantas no lo dejaban respirar.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar que moriría ahí sin cumplir su misión o ver por última vez a Mikellino.

- ¡Perdóname, si voy a morir aquí quiero que sepas que hice lo mejor para ti!- gritó como si el príncipe fuera a escucharlo.

Sintió un apretón más fuerte, como si la gema se hubiera enojado y mandara partirlo a la mitad, su piel comenzaba a ceder creando muchas cortadas y rasgando sus vendas.

Volvió a cerrar los ojos siendo sorprendido por la sensación de libertad, el sonido de una espada cortando y unos brazos cargándolo.

Abrió los ojos encontrándose con aquel al que hace poco pidió disculpas, no sabía que decir.

- Con que por mi bien...- rompió el silencio el más alto.

- ¿Eh? ¿¡Qué haces aquí!?- bajó de sus brazos cayendo instantáneamente al suelo, estaba muy débil.

- Traicioné a mi pueblo, perdí todo, si regreso me meterán a la cárcel, tú eres lo único que me queda- lo volvió a cargar- y si regresaba antes no podría probar que me necesitas.

- No te necesito, yo puedo solo- una vez más se paró, aunque esta vez logró mantenerse en pie.

- Apenas y puedes pararte, ¿Cómo quieres que te deje sol...- sintió algo deslizarse por su pierna.

Antes de poder reaccionar más ramas aparecieron aprisionando a los cachorros, a este paso Mike.exe no tenía energías para negarse a su cruel destino, por otra parte el mayor no se quedaba quieto.

- Es inútil- le llamó la atención el de vendas.

- No dejaré que mueras aquí.

- ... ¿Por qué?

- ¿¡Cómo qué por qué!? ¡Te lo he dicho muchas veces y lo diré cuantas sean necesarias! ¡TE AMO!

- ¡Pero yo a ti no! Agh- los árboles aplicaban más fuerza, fue entonces que se dio cuenta que detectaban las mentiras y si quería vivir debía superar su orgullo y ser honesto.

- ¡No me importa! Te voy a sacar.

- No tiene sentido, no hay manera de escapar, no podemos hacer nad ¡Ah!

- ¡No te dejaré morir! ¡Vine por ti y no te volveré a dejar!

- ¡Debiste irte! ¡Era por tu bie ¡Nght!

- ¡Sueltalo!- le gritó a la gema.

- ... Mikellino... Lo lamento- empezaba a aceptar la realidad, moriría ahí, ya ni siquiera sentía su brazo derecho.

- No te disculpes, lo hacías por mi bien ¿No?

- ¡No! ¡Ni siquiera lo hice por ti!- lloró, el azabache solo lo miraba impresionado- ¡Tenía miedo!

- ¿De lastimarme?

- ... De olvidar a Trollino.exe- las ramas se aflojaban, pero no se percató.

- ¿Olvidarlo?

- Y-yo ¡Te quiero demasiado! ¡Ya ni siquiera sé si es como amigos o es algo más! Pero... Si me enamoro de ti olvidaré a mi dueño- se mordía el labio aguantando las lágrimas- No quiero olvidarlo, prometí que lo amaría siempre, me juré que volvería a mi lado.

- ...

Las plantas los soltaron y dejaron en el suelo cuidadosamente, Mikellino tenía el rostro serio y no dijo nada, caminó hacia la gema y la tomó para posteriormente depositarla en la mano de su amado.

- No tienes que olvidarlo, te ayudaré a traerlo a tu lado, y si así lo deseas, jamás me iré de tu lado, entiendo que lo ames más que a mí, pero soy feliz si tú lo eres, hablaré con mis padres, seguro que nos ayudan a encontrar al portador de la estrella y te dejan mudarte al reino con tu dueño, aunque primero consigamos todas las gemas.

- ...- se limpió las lágrimas- gracias... Por todo.

- Es un placer, cachorrito.

Ambos volvieron a la dimensión exe, ahí examinaron al menor, se había roto el hueso, y a pesar de usar magia necesitaría reposar, por suerte esta vez estaba el azabache para cuidarlo, acompañarlo, consolarlo, amarlo y protegerlo.

Sin duda comenzaba a enamorarse de él.

Pasaron unos días para su curación completa, en ese tiempo planearon su último robo: la joya llamada Duisternis.

Esta se encontraba en la luna, decían que su poder te corrompía, sin embargo, por primera vez Mike.exe se sentía listo para negarse a destruir todo a su paso, se sentía cambiado.

Antes de preparar todo recordó a Douxalas y su arma mágica, por alguna razón sospechaba si era esa la gema exe, pues no había recibido información de ella.

Luego se encargaría de robar ese báculo si la oportunidad de presentaba, por ahora su prioridad era la joya de la luna y recuperar a Hemels de las manos de aquel ladrón misterioso.

Todo estaba listo y sus corazones finalmente se encontraban unidos en propósito, si algo salía mal se apoyarían el uno al otro.

Y que suerte, porque nada bueno ocurriría, estaban más cerca de lo que creían de enfrentar aquella adversidad, un evento inesperado y difícil de superar, solo los más fuertes y valientes lo lograrían, o en este caso, los más unidos.