CAPÍTULO 29

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P.O.V. Leyla

Después de unos días increíbles en aquella casa de madera volvimos a la ciudad de lo más satisfechos, acabándo por fin mi tortura con el HEAT. Mi relación con Alex había mejorado, y vaya si había mejorado, ya que en ningún momento nuestros labios se separaban de sus respectivos dueños, y con la escasez de ropa que Sara me había confiscado no podía salir al bosque, motivo de más para seguir en la cama con mi pervertido novio.

Estuve a punto de ser despedida, pero el humor de mi jefe estaba a mi favor y mi puesto de cocinera estaba a salvo, por el momento. Al parecer, hace unas semanas, su hija había dado a luz a una sietemesina y la pequeña había estado en una incubadora hasta que estuviera estable. Ahora la tenían en casa mimando todos los caprichos tanto de la madre como de la hija. No había minuto en que los empleados viéramos una foto nueva de la niña y se nos cayera la baba, ignorando de lo pesado que era el jefe.

Sin embargo, no me fue tan bien con John, el Alfa de mi manada. Aunque con vergüenza expliqué el por qué de mi escapada, e incluso Amelia intervino, no tuvo piedad en criticarme sobre mi falta de responsabilidad en entrenar a los jóvenes lobos, de que no sabíamos cuando comenzaría la lucha y de más cosas que me repetía una y otra vez en menos de diez minutos. Como castigo se me doblaron las horas de enseñanza. Ya me podrían cobrar por esto.

Pero tenía razón. Si él confiaba en mí de ser su Beta debía de demostrar mi determinación y dejar de comportarme como...como una chica de instituto. Incluso me doy pena a mí de decirme estas cosas.

No puedo creer cuanto me ha hecho cambiar ese chico lobo. Ya no soy aquella mujer que siempre pensaba antes de actuar, analizando en las consecuencias y en lo correcto. Alex había rellenado o cambiado algo que me faltaba, convirtiéndome en una chica que disfrutaba de la vida, dejando atrás los defectos de esta. Me había enseñado a enfadarme, reírme, llorar, perder el control y más cosas que aún me quedaban por aprender. Si para Alex yo soy su mundo, yo giraría para siempre en su órbita porque él es mi sol, la luz que me salvó de mi propia oscuridad.

Y aún pensando en lo bueno de mi chico llego a la cafetería y, rápidamente, me cambio y comienzo a cocinar los desayunos. Hoy el día era ajetreado, pero no era agobiante. A mi lado se pone Dalyn y me ayuda en servir los platos, agilizandome las cosas.

Últimamente está chica ha venido a la hora que debía estar, por lo que mis preocupaciones aumentaban. Para los pocos días que me fui y en dos días que he vuelto a trabajar el milagro seguía ahí. También su conducta trabajadora era de lo más extraña, fuera de este mundo. Quise preguntar pero nunca teníamos tiempo para charlar y nuestros horarios de salida eran diferentes.

Una vez que la clientela de la cafetería se había calmado, pude escaparme de los fogones para tomar un poco el aire, aunque sea limpiando mesas o detrás del mostrador. Cuando la tranquilidad reinó en el establecimiento, Dalyn se desahogó conmigo quejándose de su jornada.

-¡Por fin algo de paz! -dijo de forma dramática.

-Sí...y eso que llevo dos días y ya tengo ampollas y agujetas en los brazos de tanto cocinar -no sacaría el tema, observaría todos sus movimientos.

-Pues de los días que faltastes tuve que hacerme cargo de muchas cosas y tengo la espalda reventada.

-¿Y de estos días que falte o que no nos vimos ha pasado algo que me he perdido? -bueno, no sería yo quien sacara el tema pero unas indirectas valen.

Las mejillas de Dalyn se sonrojaron ¿Por qué se pone roja? Me respondió con rapidez sin tiempo de titubeos.

-No nada, todo ha ido bien.

Tensión Lobuna (Corrigiendo Partes) Where stories live. Discover now