CAPÍTULO 22

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Tuvimos que coger el metro ya que mi coche se había quedado aparcado donde la discoteca. Espero que no le pase nada pero ahora lo importante era saber como estaba mi madre.

El taxi nos dejó en la entrada del hospital y una vez que le pague salí del coche corriendo, teniendo a Alex detrás de mí siguiendo mis pasos. Esquivaba a la gente con brusquedad para alcanzar el ascensor, incluso a alguno llegue a empujarle. Una vez dentro Alex sostuvo mi mano, sin importar que estuviera temblorosa y sudada.

¿Cómo me sentía?  esa es la pregunta más estúpida que me había formulado. Mis oídos estaban bloqueados. Solo sentía en ellos los alterados latidos de mi corazón. Si tuviera que explicarlo mejor podía ser como dicen en Anatomía de Grey.

No había nada que oír, ni un ruido. Solo estaba el silencio, salvo el latido de mi corazón, que se iba acelerando más cada centímetro que me acerca a mi madre. Las personas no se movían con lentitud sino a toda máquina, como si hubieran pulsado el botón de rebobinar. Al salir del ascensor no sabía si a quién llevaba era a Alex o él me llevaba a mí.

Ya estábamos en la puerta de la habitación y me quedé petrificada delante de ella ¿Y ahora qué? ¿Qué podría encontrarme si la abro? Ya no sentía nada, ni siquiera los dedos de Alex. Me encontraba sola en el mundo que había formado, impotente de abrir esa puerta que me separaba de mi madre, la línea al otro lado.

Mis ojos se encontraron con los de Alex, que se había puesto enfrente de la puerta. Sus manos tomaron mi cabeza tapando mis oídos. Los ruidos de mi corazón desaparecieron y un sonido bajo que fue aumentando y volviéndose tangible provenía de los labios de Alex.

-...escúchame Leyla.

Me centré en él, poniendo toda mi atención. Un torrente de tranquilidad invadió mi cuerpo y mis ojos se aguaron.

-Tengo miedo Alex...-solloce.

-Escúchame Leyla. Debes de ser fuerte. No sabes lo que va a pasar, pero sabes que voy a estar a tu lado.

Abrí mis ojos. Alguien a mí lado, eso es lo que siempre he querido. Alex era como la luz en este túnel, el que siempre me esperaba al final. Cogí sus manos y las apreté con fuerza.

-Gracias Alex -le respondí volviendo a ser la misma de siempre. Sequé mis ojos y abrí la puerta.

Pero fue otro golpe más para mí. Dos enfermeras sostenían a mi madre con fuerza en la cama, que se movía como si estuviera poseída. Tenía los ojos abiertos pero no había ni pupilas ni iris, eran completamente blancos. El doctor Hilton inyectaba en los tubos algún tranquilizante, gritando a las enfermeras términos médicos que no entendía.

Mis piernas temblaban y mi mente dejo de funcionar, pero Alex me espabilo jalando mi cuerpo y le miré. Estaba muy pálido pero hacía el esfuerzo de no quedarse como yo. Apretando los dientes fui hacia el doctor que aún no se había dado cuenta de mi presencia hasta girarse.

-¡¿Qué ha pasado?! -grité a todo pulmón.

-¡Le ha dado un ataque epiléptico y ahora está con convulsiones. Creo que esta intentando despertar!

¿Mi madre estaba luchando por vivir? Eso me dio más motivos para yo también luchará.

-Aparta, voy a meterme en su mente.

-¡No puedes Leyla, si lo haces puede que muera de muerte cerebral!

-¡Y si no hacemos nada morirá igual!-le empuje y me puse al lado de mi madre, agarrando su brazo para que no me golpeara y las enfermeras haciéndome sitio.

-¡Alex! -No quería sentirme sola le necesitaba a mi lado. Vino y agarró mi mano de nuevo dándome su fuerza. Cerré los ojos y me metí en la mente de mi madre.

Tensión Lobuna (Corrigiendo Partes) Where stories live. Discover now