CAPÍTULO 9

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Entré en el gimnasio corriendo, sabiendo que las otras me estaban esperando en la sala de máquinas. Dejé en la taquilla mis cosas y me dirigí donde se encontraban.

Después de esa cita con Alex, ya no me sentía la misma. No dormía bien y me encontraba tan afligida por no verle. Sentía que por fin me había vuelto loca. Reprimí las ganas de volver a verle. Lo único que calmaba mis cambios de humor eran los mensajes que me enviaba, pero que yo no respondía por orgullo. Desde esa advertencia, no sabía lo que podría pasar.

Las encontré haciendo abdominales y cinta. Cuando me vieron, la primera que me habló fue Sara con sus burlas.

-¿Ya has venido de dar caramelos a tu pequeñín? ¿O es que tenías que llamar a una niñera? -dijo con malicia.

-JA ja, muy graciosa. Me quedé dormida, eso es todo.

-¿Acaso te dio una noche alucinante? Los más jóvenes son muy apasionados -está vez fue Samy.

-Debe de ser un semental.

-Sara, Sam, dejadla tranquila -ordenó Amelia y las dos se callaron, pero las carcajadas seguían ahí.

-Pasa de ellas y únete a nosotras -dijo Mel que corría en la cinta eléctrica a más de 12km/h.

Me puse en la cinta de su derecha y la encendí. Mis piernas empezaron a moverse y comencé a correr. En la manada nos obligaban a que estuviéramos en plena forma por si hubiera algún ataque que nos pillara desprevenidos. Cada mes había una o dos reuniones, según la importancia del asunto, pero la mayoría de las veces vamos Amelia y yo. Yo era una de las más fuertes de la manada; física, emocional y mentalmente, pero no sabía hacer muy buenas estrategias de combate y siempre me iba por la opción más fácil.

Me concedieron el cargo de ser la protectora de nuestra próxima luna cuando una batalla se acercara. Para mí era un honor que me encomendaran los superiores ese cargo, pero siempre Amelia me pedía disculpas por ser una carga. Aunquebno fuera buena para la lucha, sabía defenderse por sí misma y todos la tenían respeto por sus originales ideas para combatir. Las dos éramos el ying y el yang, combinadas a la perfección.

Mel no luchaba. A ella se le encargó la protección de los más pequeños. Sara era muy buena rastreadora en lo que concierne a huellas y olores. Nunca fallaba. Y Samy...bueno...ella luchaba mejor cuando estaba cabreada o borracha. Podíamos decir que sus fuerzas se multiplicaban y era mejor no estar a su lado porque arrasaba con todos. Era nuestra arma secreta.

Sus miradas inquisidoras me miraban fijamente, y las preguntas comenzaron a aflorar.

-Y cuéntanos, ¿qué tal estos días? -dijo Amelia con calma.

-Nada de mucho interés. Desde ese día que esas dos me dejaron con él no volvimos a vernos -una punzada de dolor por parte de mi loba atravesó mi pecho, pero no lo reflejé en el exterior.

-Fue un empujón para ayudarte, bonita -dijo Samy con sarcasmo.

-¿Y tú que tal con Nick? Que no sabemos nada de ti desde hoy -dije intentando desviar la atención en ella. Todas miramos a Samy para que hablara de su mate. Sus ojos se iluminaron y empezó a hablar sin parar.

-¡Es increíble! Os cuento de él. Tiene 24 años y ya está en el último curso de la universidad en Biología. Es amable, cariñoso y me trata con ternura ¡Bueno, aquí os dejo una foto de él! -cogió el móvil del bolsillo y se lo dio a Mel y a Amelia, las únicas que no le conocen de vista. Soltaron un silbido de lo mono que era y le devolvieron el móvil a Samy. Noté que ella gruñía un poco, pero eso era por culpa de su imprimación- Tiene una mirada soñadora que me encanta y siempre me mima. Bueno, entre nosotras, en la cama...

Tensión Lobuna (Corrigiendo Partes) Where stories live. Discover now