16. Propuesta indecente.

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Aaron.

Me jode recordar el momento en el que me volví débil ante esa rubia. Una joven como ella no podía haber derretido mi corazón tan fácilmente. Y más por cómo era. Terca, caprichosa.

Creo recordar que nunca jamás me habían hecho perder la dignidad de esa forma, y fue un alto golpe en mi ego, y eso no lo dejaría pasar.

Esa rubia hizo que dos días después de haberla visto le dijera la verdad, y fue algo fuera de lo normal. Yo nunca me abría a nadie, todas lo hacían conmigo. Yo era el que no correspondía los sentimientos, no ellas.

Pero bueno, dicen que para todo hay primera vez. ¿No es así? Lo que tengo claro es que no habrá segunda. Ya fuera por lo que fuera no volvería a caer en las redes de nadie por más que quisiera.

En el amor todo era dolor, obsesión y confusión. ¿Y para que tener eso? Si con sexo tenía lo que quería sin ningún tipo de sentimiento.

En realidad. Enamoramiento, creo que nunca fue la palabra, de hecho, creo que lo que me pasó con ella no tenía etiquetas. La quiero para mí. Y tan sólo para mí. Un jodido egoísta de pies a cabeza que espera todo sin ofrecer nada.

¿Pero que puedo decir? Desde la primera vez que la hice mía, mi polla no hacía más que pararse cuando la veía. Pero a eso se lo podía llamar enamorado.

Tenía un jodido instinto protector sobre ella. Todo el que le hiciera y le haga daño lo pagará como es debido. Mis puños llevan preparándose toda la vida para dar puñetazos. El boxeo fue parte de mi vida, y aún lo es.

Peleas que dejé hace tiempo por mi madre, pero que, si hacía falta, volvería a practicarlas. Sin duda alguna, si alguien heria mi ego, sin alguien hacía daño a mis cercanos, a las personas que quería, que apreciaba, a mi familia. Lo pagaría caro. Y no lo digo por cumplir, ni por creérmelo. Lo digo porque ya ha estado y existido esa situación.

Nadie tocaba a los míos. Y por jodidamente posesivo que sonara eso. Me daba igual.

El dolor sentimental era el que más me ardía, y cuando el corazón me daba a entender que, que era lo que estaba pasando. Nada me pararía para llegar donde quería. Nada me pararía hasta tener lo que quería. Y nada me pararía hasta que quien me hizo daño, sufriera al igual que yo.

Y que iba a decirte. Por mucho que te amara y te apreciara. Si me dolía, a ti también te dolería. Una de las cosas que solía decir. Eso se implicaba con todos, excepto con mis padres y mi joven y por culera hermana.

Me encontraba en la ducha, preparándome para ver a esa rubia maldita subida a la pasarela, mostrando su mejor cara para darla a ver al mundo.

Vistiendo mi mejor vestimenta, poniéndome los mejores relojes y los mejores accesorios.

Bajo las escaleras después de haber hecho todo lo necesario. Me encuentro a mi madre con un vestido negro mate. Un escote abierto que deja ver parte de sus pechos.

El vestido lleva dos tiras finas. Este de encaja en su cintura, marcándola. Sus caderas resaltan. La parte de abajo del vestido es ancha y suelta. Una larga raja que le llega hasta la cadera muestra su pierna izquierda. Este arrastra dejando una pequeña cola.

Lleva unos tacones color plata. Estos tienen una tira en el tobillo y una encima de sus dedos que hacen que se sujete.

Una pamela del color de su vestido, el pelirrojo pelo, largo por su trasero, está suelto, peinado en ondulaciones. La parte izquierda está recogida tras su oreja, mientras su parte delantera del pelo está echada hacia el lado derecho.

Va maquillada sencillamente. Los ojos de un leve marrón claro, tono piel, en el centro resalta un iluminador color dorado que hace que sus azules ojos resalten, ante todo. Ya que estos son de un color tan claro que queda perfecto.

Destrúyeme [En Proceso]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ