23. Flasas apariencias II

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Aaron.

Unas horas antes.

Bajo hacia abajo, saltando la vaya de casa de Margaret. Corro rampa abajo, a toda prisa, no puedo perderla, no ahora. Entro por donde ella había salido, la radio está en el suelo, aunque todavía suena. Cojo al caballo marrón que primero veo. Este obedece.

No lleva el material para montarlo, pero es lo único que tengo. Sé montar a caballo así que espero que esto salga bien.

Corro detrás de ella, apretándole y dándole pequeñas pataditas a los costados para que apriete todo lo que pueda y vaya más rápido. Funciona. Empieza a saltar las vallas que separan las cuadras.

La pierdo de vista cuando se adentra en el bosque, igualmente sigo el camino que ella ha seguido hasta ahora. Me adentro en el bosque, todo verde y algo oscuro, no se filtra la poca luz que hay dado a que hace mal tiempo.

Llueve, estoy empapado. De golpe frente cuando me encuentro con una vaya. No me hace falta bajarme del caballo, me sé esa contraseña, he estado muchas veces aquí. La puerta se abre y paso, al detectar que ya he pasado se cierra tras de mí.

Empiezo a cabalgar, él esquiva los árboles por si solo. Me fijo en que hay flechas y flechas de punta Roja en los árboles. «Flechas con veneno». Y esas flechas las he visto más de una vez.

Solo hace falta que te roce y salpique para que mueras. En tan solo unos segundos. Solo hay una cosa que garantice que no vas morir. La sangre.

Si la herida por la que ha entrado la flecha. —Todavía clavada— sangra, eso significa que la flecha no llevaba veneno. Y conozco a la persona que fabrica ese veneno, lo conozco a él y a su familia.

Sangras por la forma de la flecha, no por el veneno, la forma de la flecha hace que no te la puedas sacar, de punta afilada y extremos gruesos para que todo lo que entre en tu cuerpo, no sea capaz de salir.

Si sangras, no son flechas rojas, sino blancas.

Sigo cabalgando. Hasta que encuentro un caballo solo de color blanco a lo lejos. Entrecierro los ojos para poder detallarlo mejor, la lluvia no me deja verlo. Aprieto el pelo del caballo para no caer, sin tensarlo, tan sólo por precaución.

Y la veo, la veo subirse rápidamente al caballo con una mujer que no logro identificar. Empieza a cabalgar a una velocidad considerable. Veo como su cuerpo rebota.

Sigo y sigo, está lejos de mí, no soy capaz de dejarme vencer así que aprieto más, cabalgo todo lo que puedo. La llamo. La llamo por su apodo. No para.

Sigo y sigo, sigue lejos de mí, la vuelvo a llamar, sigue sin hacerme caso. Esta vez estoy a pocos metros de ella, pero a una distancia notoria. Escucho un silbido tras de mí. Lo ignoro.

-Rubia. -Digo en un susurro, en un susurro que ella es capaz de reconocer, pero no me mira, desde detrás puedo notar que tiene los ojos cerrados y que se deja guiar por su caballo. La vuelvo a llamar, pero algo llama mi atención.

Un disparo.

Veo como las dos mujeres que van encima del caballo caen al suelo. Una voz masculina resuena en mis oídos.

-Si te hubiese callado ese caballo estaría vivo y esas mujeres no morirían en un futuro. -Me dice él, reconozco perfectamente su voz.

-Ellas no van a morir. -Veo como Clara se retuerce en el suelo y no puedo quedarme quieto, sé que si lo hago mataran a alguien, pero no soy capaz de dejarla ahí.

Rápidamente me bajo del caballo y voy a socorrerla, pero alguien me coge por la coronilla. Una pistola apunta a mi sien, mientras veo que otra apunta a la cabeza de Clara, que está dándole un beso en la frente a su abuela.

Destrúyeme [En Proceso]Where stories live. Discover now