24. Cavando su propia tumba.

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Clara.

La tarde pasó rápido. Después de estar presenciando a dos viejos peleándose me llevaron a una gran habitación. Esta era blanca, limpia, parecía que la habían puesto ahí única y exclusivamente para mí.

Jake me dijo que me quedara ahí. Así que lo primero que hice fue entrar y tumbarme en la mullida cama. Mi ropa estaba sucia y no olía especialmente a flores. No me importó porque me quedé dormida un buen rato.

Sobre las dos horas alguien entró. Podría decir perfectamente que fue la mujer que anteriormente había visto luchando, pero no me fijé mucho en su cara. El sueño me lo impedía. Solo vi que tenía el pelo negro y que vestía bastante bien para su edad.

Me trató de la mejor forma que pude haber sido tratada en una situación así, me dijo que me duchara y me vistiera con la ropa que ella dejó en el lado derecho de la cama. Ya que esta era de matrimonio y yo solo ocupaba una mitad.

Ella me sonrió antes de irse y me dijo que vendría a buscarme un rato más tarde para ir a cenar. También que todo lo que había en esa habitación era todo mío y podía usarlo a mí disposición. Incluido todo lo que había en el baño. Tenían que hablar conmigo. ¿De qué? No sé.

Le hice caso entrando en el lavabo, no sé dónde me tenían, pero puedo decir perfectamente que a esa gente les sobraba dinero. El baño era, al igual que la habitación, blanco. Dentro de la ducha había tres botes que miré.

Cada uno para una función diferente. Desenredar, champú, gel. Abrí los pequeños armarios que había en la pared por curiosidad. En estos había cepillos de dientes, cuchillas para depilar, cera, caliente y fría, desodorantes de todos los olores, tres tipos de colonias diferentes, crema para el cuerpo, para las manos y para la cara. Vaselina para los labios. Pintalabios de todos los colores que puedas imaginar.

Desinfectantes para las manos, fijador para el pelo, maquillaje, pinta uñas y quita esmalte. Pinzas para las cejas, tijeras y corta uñas. Esponjas para la ducha, desmaquillante, peine para el pelo, gomas del pelo y algunos lazos o diademas. Espuma o gel fijador, también algodoncillos, palillos de algodón y muchas más cosas.

Me quedé asombrada al ver todo eso.

Abrí el pequeño armario que había bajo el limpia manos. Había toallas, grandes y pequeñas, para la cara y para el cuerpo estas era de color blanco. También un secador de pelo, una plancha alisadora y tres o cuatro rizadores con tenacillas más grandes o más pequeñas.

Decidí quitarme toda la ropa y meterme directamente en la ducha, puse el agua muy caliente y la dejé caer sobre mí, disfrutando el momento e intentando no recordar porque estaba ahí. En algún momento saldría, por mí propia cuenta, evidentemente, no necesitaba que nadie me rescatara. De hecho, sabía que nadie sería capaz de sacarme de ahí.

Intenté no pensar en eso por un momento. Tendría mucho tiempo de pensarlo durante la noche, eso sí llegabas a ella, porque si me tienen aquí encerrada no es porque me vayan a poner en un pedestal y obedecerme.

La idea no suena nada mal, de hecho... Podría hacerlo, sé el poder que tiene mí apellido, sobre todo influenciando a esa familia de desgraciados. Si sus padres eran igual de inútiles que su hijo, eso acabaría rápido, muy rápido.

Jake era... Muy manipulable a manos de una mujer. Y ahora que lo tengo delante tras años buscándolo por ser el causante de la muerte de mi hermano, no pensaba dejarlo escapar.

De hecho... Podría convertir esa situación, en su propia trampa. Él estaba cavando su propia tumba y el muy jodido no lo sabía.

Me enjaboné todo el cuerpo, al igual que el pelo, me tiré un largo rato ahí dentro, no sé cuento, la verdad, pero sé que pasó el tiempo. Una vez salí me enrollé en las toallas suaves que ella misma dejó dentro del lavabo cuando vino a dejarme la ropa. No me di cuenta.

Destrúyeme [En Proceso]Where stories live. Discover now