En otra vida

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Bellatrix se levantó del suelo muy digna. Sabía que no podía salir bien, hacía años que quería decírselo y finalmente se había atrevido.
Estaba enamorada de Lord Voldemort casi desde que entró a formar parte de los mortífagos y desde entonces había soñado con un mundo idílico en el que pudiera decírselo y en el que el también sintiese lo mismo. Pero esa mañana todo se había truncado para ella.

Estaba muy decidida cuando quiso decírselo, muy ilusionada cuando cruzó el umbral de la puerta y se animó a soltar todo lo que sentía.
Le parecía tan buena idea que jamás imaginó que aquel acto de valor pudiera convertirse en un acto suicida. Se arrepentía pero ya no habría vuela atrás, ya lo había hecho by evidentemente había sufrido las consecuencias de su valentía.

O de su osadía.

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Voldemort recorría la habitación nervioso, pensaba en lo sucedido hacía unas horas. Había abandonado la estancia poco después de que una incontrolable ira lo invadiera. Había reaccionado mal, muy mal y lo sabía. No se esperaba en absoluto como había llegado hasta el punto de empujarla al suelo con fuerza y amenazarla. Se sentía realmente mal ahora que se había relajado. Le gustaría volver al gran salón, levantarla, tenderle la mano, y abrazarla, decirle que todo estaba bien, aunque algo en su interior le decía que era tarde, que ya no podría arreglar las cosas.

Rabioso derribó una mesa que casi aplasta a Nagini, la cual se alejó siseando enfadada.
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Bellatrix se acercó a la ventana. Le dolía el brazo de la caída. Se había acercado a Voldemort a confesar sus sentimientos hacia ella y él la había empujado al suelo, entre lágrimas y sollozos solo había atinado a escuchar las amenazas e insultos que gritaba Voldemort. Amenazas terribles que le dolía recordar...

No debería haber dicho nada pero soñaba con ser amada por él. Soñaba con sentir algo de amor de parte de otra persona a excepción de Narcisa...
Ella era tan afortunada de tener a Lucius...
Se imaginaba a sí misma con una relación parecida, tal vez estaban locos pero los desgraciados se amaban más que a la vida misma.
Tal vez ella pudiera tener algo así, tal vez en otra vida, en otra vida

Esas palabras le resultaban tan lejanas y tan bonitas. Tener otra vida, poder empezar de cero, poder tener otras oportunidades de tener una vida libre de ataduras y de obligaciones que cada vez le dolían más.

14 años encerrada en Azkaban por un amor que la había destrozado el alma.
Su vida se había detenido en el momento mismo en el que esas cuatro paredes se habían convertido en algo que quedaría marcado en ella y llevaba desde entonces en el punto de partida.

Le hubiera gustado tanto olvidar ese amor enfermizo y obsesivo que solo la convertía en una marioneta, pero era incapaz, no podía, por mucho que lo había intentado. Era algo superior a ella, superior a todo lo que sentía.

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Ya no podía negarlo, se sentía mal por Bella pero no podía amar, no conocía ese sentimiento, Mérope jamás se lo enseñó, no vivió para ello. No podía sentir nada, desde hacía exactamente 14 años. Aquel 31 de Octubre se convirtió en un punto de inflexión para él.

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Bellatrix soñaban con volar, con tener una libertad de la que se la había privado desde siempre, con cortar las cadenas que la unían desde los 19 años a una muerte en vida de la que sólo había obtenido una existencia miserable y efímera de la que ya no quedaba nada
En otra vida, tal vez fuera feliz con sus hermanas, feliz con su marido Rodolphus, feliz en una mansión con sus hijos sin tener que matar y torturar por el hombre que la había robado las ganas de vivir.

En el horizonte se veían los primeros rayos de sol, se subió a la cornisa de la alta ventana sobre el jardín y estiró las manos para atrapar esos fragmentos de luz tenue que se percibían tan libres, un paso, otro paso... Y sobre el borde de aquella ventana, la que la vería sonreír y llorar por última vez, cerró los ojos estiró las manos para poder alcanzar la libertad que la esperaba en otra vida.

Y voló, libre, por fin...

Bellamort One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora