La pesadilla

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El fuego cubría la mansión esa noche, nadie podía salir, un denso humo los asfixiaba y las paredes amenazaban con caer en cualquier momento.
Se oían gritos desde cualquier habitación pero las llamas apagaban las voces rotas y ahogadas de las víctimas.
Solo una bruja había logrado escapar, una morena, que corría por su vida entre los escombros y los restos de piedra que se precipitaban sobre el suelo.

B: Ignora el miedo Bella, tienes que salir de aquí. Piensa algo rápido.... No te dejes caer en los brazos de la muerte.
Eres una bruja muy poderosa, debes lograr escapar

Bellatrix tropezó y cayó de bruces contra las escaleras, sólo le dio tiempo para cubrir su cabeza y el estómago mientras bajaba golpeándose con cada uno de los escalones. Desgraciadamente para ella, en el último peldaño se golpeó en la nuca con demasiada fuerza.
Bella quedó tendida en el suelo con los brazos abiertos y la mirada fría y muerta.

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Bellatrix se despertó sudando aterrorizada por la pesadilla recientemente sufrida y se levantó corriendo de la cama en dirección a la ventana. Desde allí dejó salir todos sus emociones atrapadas bajo capas y capas de hierro. Se apoyó con los codos en la cornisa y dejo las lágrima brotar. Aquella pesadilla no era normal, era un recuerdo, un deja-vú.
Cuando la bruja tenía a penas 16 años, un verano la casa donde vivía en aquel momento con sus padres ardió en llamas, y las paredes se derrumbaron junto con el tejado, matando así a la mayoría de la familia Black, sólo las hermanas y su madre lograron salir con vida pero Andrómeda no pudo soportar las heridas que recibió durante el rato que pasaron atrapadas y murió días después.
Tras la tragedia, Druella se suicidó dejando a las hermanas Black solas.

Desde entonces esa pesadilla en la que ella también se convertía en una víctima del fuego, la perseguía a menudo.
Bella se consideraba una mujer fuerte pero toda roca puede romperse.
Hacía años que no se despertaba atormentada por ese sueño pero de nuevo venían los fantasmas y demonios que la arrastraban al pozo de la desesperación.

Tras un largo rato arrodillada se puso en pie, se limpió los churretones de maquillaje que le ensuciaban la cara y se deslizó lentamente hasta el espejo, la imagen que ese le devolvió era la de una mujer rota y agotada, con las facciones hundidas y oscuras, la sonrisa borrosa y la misma mirada muerta de su pesadilla. Golpeó con el puño el espejo hasta romperlo y limpiándose la sangre se acercó a la cama para tratar dormir de nuevo.
Se sentía maldita.
Cada vez que ese sueño irrumpía en su descanso sentía que la bruja fuerte se moría. No le gustaba esa sensación de debilidad. Sus emociones eran su maldición y eso le hacía pensar que debía reprimirlos. Y era justo eso lo que le quemaba las entrañas cuando explotaba su dolor.

Una voz detrás de la puerta la desveló.

V: Bella...

B: De nuevo la pesadilla

V: Me lo imaginaba, he oído los cristales. No deberías hacer eso, el dolor físico no mata el emocional.

B: Estoy maldita, ya no soy yo. Ya no soy fuerte ni resistente. Ahora soy una bruja débil e inútil.

V: Eso no es verdad

B: Sí, sí lo es... Bellatrix Black esta muerta. Yo solo soy restos de la que fue la bruja oscura más temida.

V: Bellatrix, el hecho de que tras todo lo que has pasado sigas aquí es la prueba más clara de tu fortaleza, sigues cuerda en la medida de lo posible, sigues viva, sigues luchando. Eso no te hace débil.

B: A veces me gustaría acabar con todo

V: No es la primera vez que escucho esas palabras. Druella, tu madre, también las dijo alguna vez.

B: Mi madre no pudo soportar el dolor

V: Tú madre estaba destrozada. Era muy fuere y muy valiente. Pero ese dolor que te come ahora es diferente al suyo.
Tú, además, sufres por sentir, porque no quieres sentir nada. Tu losa es que puedes sentir algo, que no estás muerta en vida. Y te aseguro que yo daría otro pedazo de alma por poder entender tus sentimientos.

B: Ya me estás entendiendo... Decir eso es comprenderme.

V: No lo sé Bella, pero tienes derecho a sentir dolor. El dolor acaba sanando las propias heridas que causa.
Te dejo dormir....

Bellatrix se quedó despierta unos minutos más. De debajo de su cama sacó un pequeño libro polvoriento de un autor muggle, era el único objeto muggle por el que sentía aprecio.
El autor era un tal Antonio Machado.
Pasó los dedos por las letras doradas que rezaban

En el corazón tenía, la espina de una pasión,
logré arrancármela un día
y ya no siento el corazón

Dejó las lágrimas caer mientras leía el poema completo, manchando las últimas líneas brillantes de gotas saladas.

Aguda espina dorada
¿Quién te pudiera sentir
en el corazón clavada?...





Bellamort One shotsWhere stories live. Discover now