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Rose.

22.

Podría decir que muchas cosas tienen sentido ahora, pero mi cerebro ha decidido bloquearse. Ladeo la cabeza como reacción.

— ¿Cómo dices? —inquiero confundida. — ¿Qué no es? Pero, tú le tratas bien y... La defiendes de todos.

—Los lazos de sangre muchas veces no son necesarios, aunque yo le he querido desde antes de saberlo. —Enarco una ceja. —A Valentina la quiero incondicionalmente, sin importar nada.

—Iker, no estoy entendiendo. Si tu mamá es tu mamá, y tu papá es tu papá, entonces ella... ¿La adoptaron?

—Algo hay de eso. Hugo sí es su padre, pero mi madre no lo es. —Asiento. —Vale, es hija de una de las tantas mujeres con las que él le fue infiel a mi madre.

—Ahora entiendo, cuando le dijiste a ella que todo lo perdonaba. Pero, entonces ella decidió perdonarle y cuidar de tu hermana... ¿Su madre es quien falleció?

—Sí. Y mi madre es tan... No sé cómo decirlo, permisiva, tal vez, que le perdonó y aceptó que Valentina creciera con nosotros, con tal de que él volviera con ella. —Me muerdo la lengua para no decir nada, tampoco puedo dar mi opinión ante eso. —Hace un tiempo, unos años después de que me fui de la casa, cuando tuve que pagar el dinero de la deuda de mi padre, pedí los papeles para que no hiciera una estupidez más, encontré los documentos de nacimiento de Valentina, donde decía que nació de una mujer que murió horas después del parto. Y sabes, ella sabía del riego, y aún así decidió que mi hermana naciera.

—Parece que era una buena mujer, quitándole que estuvo con tu padre... Digo, que en paz descanse.

—Agregaré que con el tiempo también me enteré que ella ignoraba que mi padre estaba casado, pues la conoció cuando fue a otra ciudad por trabajo. —Baja la cabeza, y yo busco su mirada. —La razón por la que mi madre le perdona todo, es porque ella también cometió sus errores.

—Errores cometemos todos, Iker. Tal vez no deberías juzgarle por ello. O bien, a los dos.

—No es tan fácil, creo que hasta ahora lo que juzgo no es lo que hicieron, puede que con mi madre sí, pero es porque creo que después de veinte engaños, es una tontería abrirle las puertas como si nada cuando se aburre de la otra. —Alzo los hombros, eso sí tiene sentido. —Ahora, el punto también, es que Bruno y yo, no somos hijos del mismo padre, y Hugo tampoco es el padre de ninguno de los dos.

—Santa mierda —se me escapa decir.

—Pon eso en una balanza, y añade que Bruno nunca ha sido afectuoso con Valentina, y toda su vida ha sacado pecho con sus hijos varones, más allá de que yo he tomado distancia con él... Tal vez no porque no sea mi padre, de cierta forma le debo que se haya hecho cargo de mi. Pero, lo que me es imposible concibir, es su desinterés por Valentina, siendo ella su única hija. Y me molesta, como no tienes una idea, que lo única que reciba sean desprecios, malos tratos y que no cuiden de ella como lo merece. Por eso, es que decidí que mi hermana esté aquí conmigo, quiero alejarla de ellos, pero más de Bruno, ha intentado muchas veces decirle la verdad. Y no sabes cómo de grandes han sido mis ganas de gritarle que él tampoco tiene de qué jactarse. Así que, estoy utilizando el hecho de ocultar lo de los dos, para mantener a Valentina aquí, al menos hasta que cumpla la mayoría de edad y pueda elegir donde estar.

—Eso es muy jodido, Iker. —Musito. —Pero el rey de los cabrones aquí es Bruno, ¿Qué ganaría con decirle?

—Nunca la ha querido, ¿Te imaginas que pueda decirle que la que considera su madre, no lo es? Después de todo lo que ella le ha soportado. Te juro, que de todo, lo único que me importa, es que Valentina consiga superarse, y no seguir en medio de esa familia. Le quiero aquí para protegerla, pero siento que cada vez es más díficil. Necesito la mayoría de edad de Vale, para que se vaya del país, y haga sus estudios lejos de aquí.

TAN CERCA DE MI©Where stories live. Discover now