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Uno, un error.

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Los días se pasan casi como volando, entre la universidad y mis hermanos, casi acaban conmigo. Odio cuando llega el último semestre, es cansado y ciento por ciento agobiante. Extraño se me hacía que el estrés no me rondara todo el tiempo, pero los licenciados se han dejado venir con todo. Somos de último año, y claramente tienen que sacarnos hasta la última gota de sudor.

Mis abuelos se quedaron casi una semana completa, eso antes de decidirse por tomar una vacaciones los cuatro en Italia, les tengo envidia, pero de la buena. Ya han trabajado lo que debían trabajar, y están en su momento de disfrutar del fruto de su esfuerzo. Me pone un poco triste cada que les veo irse después de pasar un tiempo con ellos, quisiera tener más tiempo para convivir con los abuelos más hermosos que puedan existir en el mundo, pero Madrid es lo que hay para mi vida. Y me toca verles cada que se pueda.

Una semana atrás he ido por mi carta de pasantía, y por fin he podido entregársela a papá, junto con la de Laetitia. Dos días después, y durante la cena, me pidió que fuera por su maletín, donde se encontraba la aceptación de ambas, las fechas están puestas para iniciar a realizar nuestro trabajo, tan solo tres dos días posteriores al último día de clases, la libertad solo nos durará un fin de semana corto.

En cuanto a mi círculo de amistades, se ha unido el grupo con el que convive Enzo, pues seguimos siendo compañeros de trabajos, incluso mi buena amiga en ocasiones trabaja con uno de los chicos para dejarnos solos. Le he pillado, está en modo casamentera, y no quiere entender que pude sentir algunas cosas por el chico, pero ha sido antes, antes de que se marchara, antes de que mis pies pisaran con firmeza la tierra. Pese a mi lucha para evitar que siga con sus planes, yo siempre fallo. Y nada, estamos en un proceso de reforzamiento de amistad, conociéndonos un poco más.

Me he librado una semana completa de Iker, cumplo oficialmente ocho días sin saber nada de él. Y aunque me cueste aceptarlo, sus frases ridículas me han hecho falta, hasta las encuentro un tanto graciosas. Sawyer ha tenido que estar conmigo, mientras mi madre permanece en casa todos los días, lo que ha disminuido considerablemente mi trabajo con mis hermanos por la tarde, porque ellos prefieren estar con su madre que conmigo, a no ser que ella le llame la atención, y entonces sí, buscan refugio a mi lado. Los diablillos no tienen idea de que los tres nos vamos dentro del mismo saco.

Es jueves, y han decidido darnos el día viernes libre, los docentes deben ir a un curso de algo que no logré escuchar porque mi parlanchina amiga me habló todo el rato, entre murmullos, pero igual es una distracción. Resulta que en el salón se están planteando una fiesta universitaria, de esas donde abunda la cerveza y el descontrol. Ella intenta convencerme de ir, y yo me niego con rotundidad. Básicamente ya ha terminado mi castigo, pero tampoco estoy segura de poder ir.

—Rose, no seas aburrida. Dile a tus padres, que te dejen ser joven. —Comenta Lae ganándose mi mala cara.

¿Quién dice que no se puede ser joven disfrutando de una buena película o leyendo un libro regalado por mi madre? Ah, vale, libro que no ha salido a la venta, por lo tanto, solo el autor lo tiene. Bueno, yo, con su permiso.

—Mira tía, iremos por ti a tu casa, solo es cosa que lo decidas. —Aporta, Luis, el mejor amigo de Enzo, que por alguna razón se toma confianzas que no tiene.

—Me queda cerca, paso yo mismo por ti. —Dice Enzo con su mano sobre mi hombro, a la vez que me sonríe.

Presión social, así se le llama a esto. Y yo, caigo.

—Voy a intentar, yo les aviso si iré. —Musito finalmente. No con las ideas muy claras.

Con trabajo y he consigo el permiso de mi padre para ir al jodido estadio, solo porque mi madre ha intercedido. Extrañamente me siento emocionada por tal cosa, y cuento los días que faltan. Es mi primera vez yendo sin ningún adulto de la familia, considero que eso me tiene tan contenta. Sawyer abre la puerta del auto para mí, mientras me tiende un dulce de menta, cosa que hace desde hace años, según él para endulzarme el día. Me recuesto en la silla de atrás, me siento bien con la forma en que mis padres me han criado, pero últimamente pienso que es muy estricto. Me quiero portar mal, salir sin avisar, discutir con mis padres, hacer cosas que los demás realizan, pero inmediatamente me detengo, soy diferente a ellos.

TAN CERCA DE MI©Where stories live. Discover now