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Me mira y frunce el entrecejo, ladea un poco la cabeza, manteniendo su dulce mirada en mí. Toma mi mano, y con voz suave me pregunta:

— ¿A quién te refieres con exactitud?

—A Enzo, por supuesto. —Miento. —Es por lo que ocurrió, ahora estoy confundida.

—Pero, cariño, yo pensaba que ese chico te gustaba antes.

—Fue hace dos años, ajá, y en ese entonces era un chico libre. Después empezó una relación con una de las chicas que peor me cae.  Y me decepcioné con eso. El punto es que ahora que regresó, las cosas han cambiado, sobre todo porque pasamos mucho tiempo juntos. —Digo esto último pensando en quien de verdad me crea la duda.

—Rose, el corazón a veces se vuelve loco, y es por ello que se debe actuar con la cabeza. La respuesta a tu pregunta, es sí, por supuesto que se puede. Son de esas cosas que no tienen explicación, simplemente se dan y ya. —Aprieta mi mano. —Mi consejo es que antes de tomar una decisión, lo pienses mucho, con tranquilidad. Si ese muchacho te gusta, tal vez debas intentarlo, pero, nunca actúes sin estar segura de ello.

— ¿Y si yo no le intereso? —pregunto con voz apenas audible.

—Eso me llevaría a catalogarle como un muchacho muy tonto, por perderse de alguien tan maravilloso y precioso como mi niña. —Sonrío. —Si Iker te mueve algo, puede que tengan que hablar.

—Pero es casi imposible, porque él... —ella sonríe. Me ha sacado la verdad sin que le costara nada, y yo de tonta, voy y caigo. —Mamá. —Me quejo.

—Rose Felicity, a esta mujer que te dio la vida, nunca la vas a engañar. Yo conozco tus gestos, sé cuándo mientes porque lo haces fatal como yo, y hay cosas de las que una como mujer, más que como madre, sabe descifrar. —Lleva su mano a mi rostro. —Hay miradas, acciones, e inclusive muecas que te exponen.

—No entiendo, te ves muy tranquila. Se supone que tendrías que estarme hablado de lo incorrecto que es esto.

—Cariño, hay cosas que ni siquiera una como madre puede manejar en los hijos. Los asuntos del corazón, te pertenece, y solo tú puedes decidir. Aunque siempre me tendrás cuando necesites algún consejo.

—Lo sé, mamá. Gracias por escucharme. —Le estrecho en un fuerte abrazo.

***

Doy vueltas y vueltas en la cama, pero por más que intento dormir, no puedo hacerlo. Siempre ha sido así, cuando tengo algo en la cabeza, mi descanso por la noche, es todo un reto. No puedo con mis dudas. Me levanto de la cama para colocarme las pantuflas y la bata, justo en este momento, necesito de muchísimo aire fresco para poner orden a mis ideas de una vez por todas. Nada que no solucione un buen vaso de leche tibia y algunas galletas que tome del bote de los premios.
Al bajar, veo la luz de la cocina encendida, suponía que ya todos estaban durmiendo, y parece que me he equivocado. Camino hasta el umbral, encontrándome con la sorpresa más agradable de todas.

—Papá —digo emocionada, y cómo no estarlo, después de tantos días sin verle. —No sabía que regresabas hoy.

—Creo que nadie, estrellita mía. —Se acerca para estréchame en sus brazos. —He terminado con mis negocios, y decidí tomar mis cosas para regresar con ustedes.

TAN CERCA DE MI©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora