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Un armisticio.

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Después de darme un baño, estoy muy limpia y sin rastros del sudor que dejó mi breve momento de deportista. Que solo sirvió para alejarme, por mucho, de mis planes de sabotaje en contra de Iker. Ahora tenemos una tregua, no puedo hacer absolutamente nada, me ha ganado. Me adentro a la cocina, mi madre ya se encuentra preparando la cena.

—Rose, te estaba buscando. —Me dice al percatarse de mi presencia. —Saldremos con tus abuelos y mis padres, por eso les estoy dejando preparada la cena.

—Sí, de todos modos estoy castigada y me toca quedarme con los críos del diablo.

— ¡Rose! —me riñe. Deja olla sobre la encimera. Ha preparado pasta, su especialidad. —No llames de esa forma tan horrible a tus hermanos.

—Sabes que solo lo digo en broma. —Me acerco al mueble donde se guarda el pan, el raro de Manuel come la pasta con pan, según él para llenarse. —Mamá, ¿Cuánto falta para que se termine mi castigo?

—Vaya que tienes urgencia, ¿Empezarás tu cuenta regresiva?

—No, en realidad quiero saber que tanto me va a costar solicitar un permiso para salir.

—Te quedan dos semanas, y en vista de que al menos estás considerando pedir permiso con premeditación, tal vez interceda por ti. Pero dime, ¿A dónde vas? —mueve las cejas divertida. — ¿Una cita con tu nuevo compañero? ¿Enzo es que se llama?

Ay, mi madre. Niego con la cabeza, mala hora en la que el pobre chico vino a casa, ahora pasa a ser mi conquista, para mi madre, claro.

—En realidad, es con Iker —digo su nombre en un tono más bajo.

—No te escuché lo último, Rose. Repítelo, por favor. —Esta vez coloca la sartén que contiene la salsa a un lado de la olla.

—Ah, mamá —gruño. —Te digo que voy a salir con Iker.

— ¿Ahora son amigos? —pregunta totalmente divertida.

—Pero por supuesto que no —acoto rápidamente. —Solo es un armisticio entre los dos. Deja te cuento como se dieron las cosa, y me entenderás.

—Ya. —Musita sin quitar su sonrisa. —Solo deja que prepare unas palomitas, porque esto se pone interesante.

—Eres tan graciosa, mamá.

—No cabe duda que por ti corre en ADN Zimmerman y Grey. Que poco aguantas, cariño. —Formo una línea con mis labios. —A ver, cuéntame el acontecimiento.

Apoyo mi codo en la encimera para descansar mi cabeza en ella. Empiezo mi explicación, desde el primer juego que me hizo tomar confianza, pasando por el motivo por el cual debo soportar al chico, y por supuesto, lo boca suelta que soy. Debería aprender a callarme, pero no, la niña va y sale a los abuelos que no se dejan ganar.

— ¿Entonces?

—Mi vida, tú haces unas cosas que de verdad me dejan pensando. No te culpo, meterle candela a todo es de familia. Pero voy a decirte que el hecho de que hayas ido con la señora Judith al estadio unas cuantas veces, no te hace una futbolista.

— ¡Hala! pero no te olvides de que fui la mejor jugadora.

—En la secundaria, cariño. Y de eso ya pasaron unos cuantos años. Esos partidos con regularidad son por la noche, y la ciudad se convierte en una locura. Convencer a tu padre, será un trabajo difícil.

—Igual lo conseguirás, ¿Verdad?

— ¿Quién te entiende, Rose? ¿Quién te entiende? —Me perdí. —Según tú, no soportas al chico, pero ahora me pides que convenza a tu padre para que te deje salir con él.

TAN CERCA DE MI©Where stories live. Discover now