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Wanda M.

En casa todo estaba de cabeza... Había aceptado un nuevo caso para trabajar en el despacho más grande de abogados ubicado en Rusia... Aquel sitio era un sueño para todos los que elegimos esta profesión.

Romanogers... El sello que se había vuelto reconocido en el ámbito judicial desde hace un par de años era el mismo que había solicitado mis servicios.

Antes solía ser únicamente el temido sello de los Romanoff, una firma de abogados rusos altamente respetados... Desde que el señor Alexei Romanoff tuvo que retirarse por problemas de salud, el convenio se creó y más tarde el nombre cambió a Romanogers cuando el sello de los Rogers se les unió.

Desde mi punto de vista... Los Romanoff estaban mejor solos, pero ese finalmente no es problema mío.

Mi único interés fue, es y será... Trabajar duro en lo que amo para poder darle una vida digna a mi perro, a mi hermana y a mi madre.

— ¿Regresarás a casa con una novia... un anillo en dedo, quizá...? — Mi madre Virginia hablaba emocionada desde la punta de mi cama en la que se encontraba sentada mientras yo terminaba de empacar.

Desde muy joven supe que me gustaban las chicas, aunque aparentemente mi madre lo supo antes que yo.

Un día simplemente llegué a casa y le dije que me había enamorado de una de mis doctoras... Ella se enojó y dijo que era demasiado mayor para mí, que mejor me fijará si tenía hijas.

Quizá todo radica en mi nacimiento... A diferencia de todas las niñas en el mundo, yo nací siendo un poco diferente... Fui ese caso extraordinario e inesperado, fuí aquel 1.111 % en los hospitales de sokovia.

Una chica que nació con un miembro.

Así de sencillo.

Nada tan raro si lo pensamos con suavidad... Sin embargo, mis abuelos estuvieron aterrados, al igual que mi padre.

Pero Virginia fue la mejor madre que pude desear, nunca me trato distinto, tampoco me hizo sentir como que había sido un error, o que algo en mi estaba mal, ni por un segundo durante toda mi niñez se me cruzó por la cabeza que estaba mal ser como era... Y es que, cuando tuve la edad suficiente mi madre me explicó las cosas.

Yo sabía que no era como las demás, que usar vestidos, o bañadores en la piscina sería algo casi imposible el resto de mi vida, y aunque cualquiera en el mundo en el que vivimos sentiría terror y miedo a ser juzgado, yo no me sentía de esa manera porque Virginia siempre me hizo saber que un lugar en el mundo no lo es todo, sobre todo si se trata de un mundo como el nuestro que... En su mayoría no vale la pena.

Años más tarde me enteré que la gente salía del closet y que a muchos sus padres no los querían... En casa las cosas no eran así, nunca fueron así... Virginia Maximoff nos crió a mi y a Lorna siendo madre soltera, mi padre del que realmente no se mucho nos dejó definitivamente cuando yo cumplí 7 años, aunque antes no hizo un gran acto de presencia tampoco... A partir de eso mi madre trabajó en todos los trabajos existentes en el mundo... Gracias a su esfuerzo pude estudiar, y obtener una beca... Hoy por hoy he sido contratada en el bufete de abogados más reconocido en el mundo y todo se lo debo a ella... A mamá.

— No, no lo creo... madre, pero quizá traiga otro perro a casa, ¿les gusta esa idea? — ella negó riendo pero Lorna asintió más que emocionada... — uno ruso, sería lindo...

— Yo quiero dulces rusos, así que espero que no te tardes tanto — Mi pequeña hermana me envolvió en un abrazo y yo suspiré triste acariciando su cabello.

No tenía una fecha de regreso exacta... Dependía del despacho lo mucho que quisieran retenerme ahí.

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"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Where stories live. Discover now