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Había pasado los últimos 40 minutos observando a Natalia preparar la cena, ya que, por mucho que había insistido en ayudarle, no me lo permitió.

- ¿Cómo se divierten aquí? Tanta elegancia me aturde.

- Lo sé, cuando tenía 17 mi vida era más divertida en casa.

- ¿Qué de sus 17 traería de vuelta a su yo actual?

- Antes solía ir mucho a la playa.

- ¿Por qué lo ha dejado de hacer?

- Pues, es sencillo, ya no tengo las mismas obligaciones ni preocupaciones así que escaparme a la playa es un poco más complicado.

La observe en silencio analizando sus palabras.

Intenté entenderla, pero no podía.

A los 17 con Loki y Thor nos escondíamos en la parte trasera del campo de béisbol a fumar porros o retarnos a comer los ramen más picantes, y de no ser porque estaba en Rusia probablemente lo continuaría haciendo.

- ¡Vamos!

- ¿A qué te refieres?

- A la playa, obviamente.

- Es tarde, no se supone que deb-

- Lo sé, he escuchado, pero yo soy de Sokovia y usted fácilmente podría pasar por alguna británica vacacionando, además, es de noche, nadie prestara atención.

- Bien, acepto tu propuesta, pero debes cenar primero.

Asentí de manera sumisa mientras Natalia colocaba el plato frente mío.

La única mujer en mi vida que me ordenaba cosas era mi madre, nadie más.

Pero las rusas tienen algo.

Después de la corta cena en la que Natalia me habló de Alexei y de la gran labor que su padre había realizado para construir su sello paso a su recamara a cambiarse por algo más cómodo.

Esperé en el pasillo cuando una idea se me vino a la mente.

- ¿Conoce alguna tienda cercana? Probablemente deba conseguir ciertas cosas para pasar un rato divertido.

Abrió la puerta a la mitad dejándome observar su torso desnudo que se cubría hasta el inicio de sus senos gracias a la gran madera frente a ambas.

Natalia Rogers es una descarada. Lo es.

Observe hacia el techo como una estúpida haciéndola reír.

- Revisa en la alacena, seguramente encontrarás lo que necesitas.

Camine hacia el cuarto tras la barra de la cocina. Al empujar levemente las puertas encontré, sin exagerar, un supermercado.

¡Tenía miles de estantes, y todos completamente llenos hasta el punto de estallar!

Permanecí unos minutos de pie observando aquello.

La gente rica y su necesidad exuberante de recolectar cosas que probablemente no lograrían consumir en el periodo adecuado de tiempo, que posteriormente se convertirían en desperdicios era algo que me enfermaba.

- ¿Encontraste lo que buscabas? - Preguntó colocando una bolsa en mi brazo.

- Nunca más tendrás que hacer un super, me ha quedado claro.

Tomé las cosas necesarias y comencé a caminar hacia la salida con Natalia quien no paraba de reír con mis comentarios acerca de su despensa.

La playa se encontraba a eso de 1 hora y media de su casa. El camino era largo, pero con ella de copiloto se hizo bastante ligero.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Where stories live. Discover now