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Wanda M.

2 cajas de cartón repletas de plantas que para mí son todas iguales descansan en mis manitas mientras Natalia continúa analizando si necesitamos más.

Espero que no haga falta ninguna, es decir... Si decide que hacen falta más algo se me ocurrirá para que quepan.

Pero espero no tener que hacerlo.

— No creo que nuestro lugar sea tan grande como para poner tantas plantitas, Nat.

Ella acaricia mi mejilla y continúa su conversación en ruso con la mujer del lugar.

Miró el reloj, y ya es hora. Unos minutos después la alarma de los ganadores del día en la lotería suena.

— He encargado un par de pinos, pero debemos venir a por ellos en un par de semanas porque aún no llegan.

-¿Más pinos? ¿Dónde... ¡Bien! Cariño, mira, anunciaron a los ganadores.

Ella acomoda su saco, y comienza a caminar delante mío mientras saca el billete de su bolso.

— No creo haber... ¡WANDA!

— ¡NAT!

— ¿AHÍ DICE 13?

Asiento con la cabeza mientras finjo sorpresa.

— Eso dice, si.

Ella corre hasta la casilla de billetes, y después de unos segundos regresa a mí con una sonrisa en el rostro.

— ¡Me gane algo secreto con el número de la mala suerte!

— Diría que acabas de volverte millonaria pero ya lo eres.

— No creo que sea dinero, aparentemente debemos ir a recoger el premio a unas calles de aquí.

— ¿Por qué?

— Porque es algo secreto...

— Oh, sí, claro, ¿vamos?

Natalia toma una de las cajas en su mano derecha, y une su mano libre a la mía.

Enseguida comienza a hablar acerca de los lugares en donde planea colocar sus nuevas adquisiciones, y comienzo a creer que nuestra casa se convertirá en una selva. O algo parecido.

Al menos huelen bonito, y Natalia sonríe demasiado cuando está cerca de las plantas.

— Está dirección nos trae justo al lugar donde estacionamos, ¿qué carajos?

Abro las puertas traseras del auto y comienzo a colocar las cajas ignorando un poco sus palabras.

— ¿No habrá un puesto por acá?

Ambas comenzamos a tratar de buscar entre las tiendas, pero no encontramos nada, obviamente.

— Me estafaron, creo.

Hace un pequeño puchero que me obliga a contenerme a mí misma para no besarla en medio de la calle.

Pero debería poder hacerlo.

— O quizá solo es aquí — digo.

— ¿Aquí?

— Si, quizá esté justo frente nuestro.

— No entiendo — responde.

Presionó el botón para abrir la cajuela del auto, se levanta tan solo un poco y Nat me miró confundida.

— Quizá su premio esté justo frente a sus ojos, señorita.

Natalia se acerca y abre la cajuela por completo. Dentro, justo en el medio se encuentra con el peluche de una planta carnívora, como la de plantas vs zombies.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Where stories live. Discover now