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WANDA M:

Después de unas semanas, Steve, Banner y Quill finalmente se habían marchado. Eran mis jefes, y aunque no debía alegrarme de que se fueran, lo estaba.

La junta no se reunía en lo absoluto, cada abogado resolvía sus casos por su cuenta y yo planeaba hacer lo mismo pero Foster insistió en trabajar como equipo.

— Ayer fui al club que me dijiste

— ¿Moscow?

Asentí.

– No sabía que era ilegal — comenté fingiendo molestia.

— No es ilegal, no para nosotras.

— ¿Por qué las mujeres rusas no pueden estar ahí después de medianoche? Estaba conversando con una chica, que era muy atractiva por cierto, y de la nada Mónica, la encargada, hizo sonar aquella campana y todas se despidieron apresuradas... Finalmente quedamos como 3 personas.

Jane hizo una mueca triste.

— La mayoría son jóvenes que no tuvieron la oportunidad de vivir su adolescencia o juventud, fueron casadas con hombres de alta sociedad, y bueno, considerando el nivel de patriarcado que existe en Rusia... Moscow es una pequeña escapatoria, Ramboe es increíble, por cierto.

— Quiero regresar a casa, de verdad, nunca me había sentido tan orgullosa de ser sokoviana, prefiero mis guerras y problemas de estado antes que no poder siquiera estar fuera de casa.

Continué acomodando mis documentos, y una sensación de preocupación me envolvió al pensar en Natalia.

¿Ella tampoco podría estar fuera de casa? Eso no parecía justo en lo absoluto.

— Si quieres despejar tu mente hoy puedes venir a cenar a casa — Jane dejó un pequeño papel sobre mi maleta y se levantó de aquel escritorio rozando su trasero en mi costado para después salir de la dirección.

Ella adoraba ponerme los pelos de punta.

Y también otras cosas.

Tomé mis pertenencias y me dirigí hacia la oficina de Steve que técnicamente era la mía hasta que él estuviese de vuelta, descargaría los nuevos archivos de casos para revisarlos en el hotel y me iría.

Extrañaba a mi madre y amigos, las llamadas de pocos minutos eran lo único que obtenía últimamente y cada día eran menos suficientes.

La oficina de Steve era casi como un laberinto, estaba el escritorio principal en donde atendía a socios o clientes, la biblioteca de libros que ni siquiera los más aplicados leerían, y la oficina de materiales más escondida que estaba al final de su librería. Pasé unos minutos descargando los archivos de las viejas computadoras en la parte trasera y entonces salí de ahí dispuesta a marcharme.

Pero Natalia Rogers me sorprendió en el escritorio principal, sentada en aquella silla a la que muchos temían. El sonido de la puerta tras mío la tomó imprevista provocando que se levantara asustada.

- Señorita Rogers, que sorpresa... - saludé — no imaginé que estaría aquí.

Natalia me observo un poco incómoda.

Pensé en que era la oficina de su esposo y tenía todo el derecho de estar ahí.

- Quiero decir, está bien... Que esté aquí, excelente, ya me iba.

Pase a su lado de manera nerviosa pero ella colocó una de sus manos sobre la mía, cosa que detuvo mis pasos.

Nos miramos por varios segundos que parecieron eternos.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Where stories live. Discover now