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Wanda M.

- ¡Deja de llorar, por el amor de dios!

- ¡Déjala que llore, Thor!

- ¡Wanda, tienes que dejar de llorar!

- ¡NO PUEDO! – digo con desesperación - ¡Casi 5 años desde que deje ese continente, y ahora me entero de que tengo un hijo!

Alejo a Loki de mi lado y me echo sobre la cama a llorar.

- En todo caso, si eso llega a ser cierto...

- No dudo de ella, Thor, jamás me mentiría sobre algo así.

- ¿De la misma forma en que te juro amor por la mañana y al medio día te dijo que habías sido un buen polvo?

- Golpe bajo, hermano.

- Eres un marica.

- ¡Wanda, vamos! ¿No es extraño que te llame de la nada y tiré la de: "Oh, resulta que tienes un hijo"? ¿Cómo sabes que es cierto?

- ¿Y si lo es, Thor? ¿Y si jojo es mi hijo? ¡En ese caso me habría perdido 4 años de su vida! ¡4 años que jamás recuperaré! A cada segundo pierdo más, y más, y... No se quien estuvo a su lado, no se si ella continua con Steve... - mi voz se rompe, Loki me sostiene de nuevo, me escondo en su pecho y dejo salir el llanto – no se lo que ese idiota pudo haberle hecho a mi hijo.

Me siento inútil.

Thor patea el puff en sus pies hasta el otro lado de la habitación, y resopla.

- Wanda, ¿Cuál es el plan? Vayamos al consulado... Conseguiremos los pasaportes, saldremos de aquí tan pronto como podamos.

- No se puede – digo – mi pasaporte venció hace un año, y Rusia no permite entrada a ningún extranjero que no haya residido en el país por al menos 5 años.

Rusia es tierra nadie, francamente, un territorio de guerra, un país militarizado y escondido del ojo público, por los últimos años he ayudado a varias familias a salir de ahí, falsificando documentos o identidades... Nada realmente ético, pero es lo que hay, no puedes no tenderle un vaso de agua a quienes vienen sedientos si posees litros de más.

Con la libertad no se juega.

Pero, por otra parte, no es lo mismo ayudar a desconocidos que arriesgar mi integridad.

Jojo probablemente me necesita, Oliver me espera todas las noches.

No es una jugada fácil.

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Upper East Side se abre frente a mí, estaciono mi auto en la casa que es lo suficientemente familiar, toco el timbre de la puerta y recién me percato de que mi vestimenta es probablemente deplorable.

Irina, la mismísima mujer del tren es quien me abre la puerta, con una sonrisa, no dice nada, me toma de la muñeca y me envuelve en un abrazo.

- No estás aquí para un café, querida – niego - ¿Cómo puedo ayudarte, entonces?

Siento vergüenza de pedirle un favor como este, pero algo de confianza existe entre ambas desde que nos conocimos.

Irina no es ninguna cualquiera, su esposo no era simplemente dueño de un par de hoteles como ella dijo. Esa mujer controla la mitad de Rusia desde la sala de su hogar, y eso es nada a comparación de todo lo que sus hijos controlan. Es realmente enfermo pensar en todo el poder que la gente con bastantes billetes puede llegar a obtener.

- Necesito entrar a Rusia.

- ¿Chechenia?

- No, Moscú... Necesito ir urgentemente.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Where stories live. Discover now