BARATRO

CEMENTERIO

UN AÑO DESPUÉS...

Siento los brazos adoloridos, pero aun así me niego a detenerme, por lo que continúo nadando tratando de esta forma de poner en blanco mi mente. El día de hoy que se cumple el primer aniversario de la muerte de Andrea. No sé cuánto tiempo llevo nadando y no me importa porque hace un año lo perdí todo.
Mientras estoy bajo el agua veo unos pies lo que me hace salir encontrándome a mi hermana más hermosa que nunca luego de que diera a luz. Nado hasta ella que me observa con una enorme sonrisa.
- ¿Cuánto llevas en el agua? – pregunta mientras me quito los goggles y el gorro dejándolo junto a ella.
- No lo sé – respondo observándola – ¿Dónde está la princesa? – pregunto refiriéndome mi sobrina Antonia.
- Con su padre – responde ella tomando una de mis manos - voy acompañarte al cementerio
- No es necesario – respondo saliendo del agua al tiempo que ella se pone de pie.
- Sebastián e Inna llegan hoy – me recuerda a lo que asiento con la cabeza.
- ¿Piero? –pregunto tomando el albornoz que me extiende.
- Viene con ellos, todos estaremos aquí para ti – asiento con la cabeza entrando a la casa donde veo a Gabriel con Antonia en brazos.
Sonrió triste observándolos ya que mi esperanza de ser padre se destruyó hace un año cuando Andrea murió y Seri la mujer que amo desaparecio de mi vida. Desde el día del entierro me sumí en una profunda oscuridad, hasta que mis sobrinos nacieron algo que me dio una razón para continuar.
Voy a mi habitación a darme una ducha rápida antes de vestirme para la llega del resto de mi familia. Siento el agua caer mientras pienso en lo que ha sucedido en el último año, nuestra organización se fortaleció al contar con el apoyo de los Sokolov que buscan proteger lo más valioso para ellos que es mi sobrino Piero Rivera.
Termino de bañarme yendo al closet donde me enfundo en un traje negro antes de salir caminando hasta el jardín donde veo a toda mi familia junta. Sonrió acercándome a la muñeca rusa que sostiene en sus brazos a Piero.

- Hijo – mi madre se pone de pie viniendo hasta mi abrazándome y yo a ella.
- Me alegro que estén aquí – respondo apartándome de ella besando su cabeza acercándome a la muñeca rusa que me regala una radiante sonrisa. – ¿me lo prestas?
- Por supuesto – dice entregándomelo, cuando lo tengo en brazos pasa lo mismo que con Antonia. Un cosquilleo me recorre el cuerpo y siento un enorme torrente de amor y protección hacia ellos.
- Serás enorme campeón – digo caminando con el hasta donde se encuentra mi cuñado con mi sobrina. Observo a Antonia Nieto, ella es la viva imagen de su madre y abuela. Piero, por otro lado es una mezcla perfecta entre Inna y Sebastián. Posee todos los rasgos de los hombres Rivera, pero su cabello es rubio y ojos grises como su madre.
Nos sentamos todos a desayunar mientras hablamos de temas triviales, observo a las personas frente a mí. Debería sentirme afortunado por tenerlos en mi vida, pero verlos me causa mucho dolor, porque los envidio. Hace años fui un cobarde al dejar ir al amor de mi vida y hace un año perdí a la mujer que me daba un poco de felicidad.
- ¿estás bien? – pregunta Sebastián junto a mí a lo que yo asiento levemente con la cabeza. – hay algo que debes saber.
- No quiero saberlo, déjame disfrutar de este instante – respondo entregándole su hijo antes de ponerme en pie alejándome de ellos.

Unas horas más tarde entramos todos al cementerio, excepto mis padres y sobrinos, son demasiado valiosos para exponerlos. Al llegar a la tumba de Andrea veo que hay un sacerdote junto a esta, respiro profundamente escuchando que comienza hablar. Mi hermana viene junto a mi recostando su cabeza en mi hombro tomándome de la mano.
Los ojos se me llenan de lágrimas al recordar cada momento junto a Andrea. Bajo la mirada hasta la rosa roja que tengo en mi mano, me aparto un poco de mi hermana inclinándome para dejar la rosa sobre la tumba al tiempo que un par de lágrimas ruedan por mis mejillas.

- Te extraño – susurro siendo una fuerte opresión en el pecho. En ese momento siento un escalofrió recorrerme el cuerpo haciendo que levante la mirada viéndola frente a nosotros. – Seri – susurro enderezándome mientras ella me observa antes de caminar hacia nosotros con una rosa en la mano.

- Hola – dice ella poniéndose a mi lado y sin pensarlo dos veces, me lanzo sobre ella abrazándola fuerte y ella a mí lo que me hace romper en llanto. – sácalo – siento acaricia mi espalda, su olor me envuelve por completo calmándome poco a poco.
- Gracias – digo apartándome de ella mirándola a los ojos.
Durante la ceremonia Seri sujeta mi mano dándome fuerza para continuar, hasta que es momento de irnos. Cuando salimos del cementerio veo que una moto frena de golpe frente a nosotros lo que nos pone en alerta, tomamos nuestras armas, pero Seri nos detiene cuando vemos que se trata de Baek que quita el casco y su mirada nos pone en alerta.
- ¿Qué pasa? – pregunta Seri acercándose a él preocupada.
- El avión de papá desaparecio – la veo abrir los ojos como platos y noto que Sebastián se acerca a ella preocupado.
- ¿Seung está en ese avión? – pregunta mi hermano preocupado a lo que ellos asienten. – voy con ustedes – dice mi hermano dejándonos confundidos. – Santiago, lleva a Inna a la mansión yo iré con ellos.
- ¿Qué esta pasando? – pregunto viendo como un Ferrari se detiene frente a nosotros, de él baja un hombre al tiempo que Seri camina a la puerta del piloto.
- No quieres saberlo...