Capítulo 25

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Capítulo 3/3 de hoy. Que lo disfruten❤

Arizona

Ari no tenía idea de cómo sonaría la Tierra si se partiera en dos de repente, o si cayera un meteorito y la rompiera en pedazos. Aunque estaba convencida de que debía sonar exactamente a cómo sonó su corazón en ese momento.

Adam estaba en esa fiesta. Adam se había dado cuenta de que Jesse era el chico que a ella le gustaba. Adam parecía querer empujar a Jesse y sacarlo del camino. Adam estaba con una chica que lo miraba con devoción. Adam estaba casado.

Casado.

Legalmente unido a otra persona, con un hogar construido, y tal vez hasta perro tenían. Si es que no tenían hijos. Por Dios, la sola idea hizo que estuviera a punto de vomitar. ¿Se había acostado con un hombre que ya tenía una familia?

No supo cómo demonios fue capaz de mirar a su esposa a los ojos. Se llamaba Sierra y parecía perdida en la conversación, con sus ojos oscuros mirando a todos los presentes con cierto brillo de curiosidad y sus labios carnosos levantando una sonrisa tierna. Era bajita, casi tanto como Arizona, delgada y elegante, con rasgos latinos. A diferencia de Ari, Sierra lucía como si su mundo estuviera completo y sin daños, como si no fuera una de las protagonistas de una historia trágica, inadvertida de que el hombre a su lado la había estado engañando y no solo con Ari, sino con quién sabe cuántas mujeres más.

El compañero de trabajo de Jesse se rio de algo y empezó a hablar, pero Ari fue incapaz de escucharlo. Era como si hubieran detonado una bomba a su lado y hubiera perdido la capacidad de oír cualquier cosa que no fuera un eterno pitido o su corazón quebrarse una y otra vez sin darle descanso. Sintió la mano de Jesse buscar su cintura y apretarla, tal vez con la intención de que ella lo mirara, mas no fue capaz de moverse. Incluso su piel recibió el calor de la suya cuando se agachó para susurrarle algo al oído, pero, de nuevo, estaba tan consternada que no fue capaz de poner sus sentidos en marca.

—Necesito ir al baño —susurró ella finalmente. No supo si alguien además de Jesse la había escuchado, aunque en ese instante le importó poco.

Se giró con las piernas temblorosas y caminó en otra dirección. No sabía siquiera dónde quedaba el baño, o si estaba yendo en la dirección correcta. Lo único que necesitaba era salir de ahí. Caminó entre ríos de personas sintiendo cómo su corazón latía con fuerza, amenazando romperle el pecho, como si lo de Adam no lo hubiera hecho ya. La cabeza le dolía, en su garganta crecía un nudo que casi le impedía respirar. Se sentía débil y los ojos le ardían.

Meses. Había estado con Adam durante meses. Casi seis, para ser exactos.

Puede que no hubieran durado una eternidad, pero durante aquel tiempo ella sintió que su relación era algo estable; que a pesar de las complicaciones, podrían sobrevivir a las dificultades y en algún punto vivir juntos como él mismo lo había prometido. ¿Cómo se había atrevido a pedirle que se mudaran si ya él compartía techo con otra mujer?

Tal vez quería separarse de Sierra y vio en Arizona una oportunidad. Eso considerando que su plan de mudarse juntos fuera real. Aunque ahora ella entendía por qué él decidió posponerlo de la nada: porque no dejaría a su mujer, al menos no en el corto plazo. ¿Acaso no siempre estaba de viaje como le decía? ¿Alguna de las cosas que él le relataba en la intimidad era cierta? ¿O todo había sido un engaño solo para tenerla en la cama cada vez que estuviera en Seattle?

Bueno, al menos lo de su trabajo era real. Había conocido a Owen antes y ahora que los había tenido frente a frente se dio cuenta de que Owen supo todo desde el comienzo. Por eso ni él ni Adam se atrevieron a saludarla en público, mucho menos cuando llegó Sierra a la escena.

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