Capítulo 8

720 85 32
                                    

Bartholomeu

Contemplo las estadísticas que me muestran la supremacía de mi productora, hay buenos rating, críticas, ganancias exuberantes, actores que son más famosos en los últimos tiempos de lo que soñaron en sus vidas.

Más dinero, más poder, están aclamándome y con el liderazgo de mis empresas suma más el poderío de mi legado extendiéndose por los continentes de Asia, Europa y África.

Soy un sobreviviente que nació primero bajo un día bendecido por Alá, un ser que soñó anteriormente de manera sana, ahora son otros los pensamientos, soy un ser que creyó en la gente, más hoy no confío en nadie y no ayudo a nadie que no se lo merezca o se lo gane con sudor y hasta lágrimas. Soy, alguien que se levantó del polvo, las cenizas y el infierno, fundiéndolo todo y convirtiéndolo en lo que hoy se es, soy y seguiré siendo.

El que estorba se va, el que sirve se queda, pero quién se aprovecha lo paga con creces y eso queda demostrado ante mi salida, el silencio, el respeto y las inclinaciones por ser el jefe de nuestra nación.

No hay quien no muestre respecto, sin embargo, que se expanda la palabra de quién eres no te asegura nada, de lo que haces, de lo que tiene y es por ello que paseo la vista por toda la estancia hasta asegurarme de que en verdad lo estén haciendo.

Retomo el camino, Bakary, el chófer, ya tiene la puerta abierta.

¿Uso protección? Si, repito que no confío en nadie, he castigado a muchos, otros no pasan el hecho de saber que llegué y me gané a pulso lo que tengo, desplazando a posibles jefes que no fueron más de ahí. Que no se muestre la supremacía que poseo, es diferente.

En puntos estratégicos cuidan de mi espalda y de mi palacio.

El ramadán sigue, la gente está agradecida por todo lo que he decidido hacer, por la buena comida, por como dispongo de los vienes que generan los impuestos a favor de cómo se debe seguir.

Fuera de las reglas no hago nada malo, según ellas sigo todo al pie de lo indicado, ya una vez lo hice, faltarlas y salió mal.

Puedes tropezar con una misma piedra, en dirección hacia un camino, pero si chocaste en ese vector, ten por seguro que por ahí no vuelves a caminar.

Las rompo cuando de mí se trata y cuando todo sea para mí conveniencia.

Algunas de mis hermanas paternas vinieron, están saludándome, son jóvenes, embarazadas, con sobrinos, algunos los trajeron para hacer la fiesta de circuncisión, mientras las niñas se mantienen con madre observando la música desde el segundo piso.

Los parientes cercanos que son esposos de mis hermanas, comparten el saludo estipulado y ofrecen presentes, dejándome vía libre a subir para saludar a madre que mantiene el velo solo mostrando parte de su rostro.

Ordenan los diferentes presentes, son piedras y diamantes precioso para yo mismo trabajarlos, una que otra vestimenta delicada, piezas únicas, como yo.

—Querida madre —correspondo al gesto.

—Bienvenido, mi señor —saluda el resto.

Las sobrinas más pequeñas buscan la atención de su único tío, hablando sobre los caballos y que si les regalo esto lo otro.

—¿Por qué es la fiesta? —que yo sepa solo ofrecimos celebración el primer día y no se hace siempre estas cosas, nada más la oración.

Jahari llama a una de mis mujeres para que se acerque.

—Han pasado unas semanas, querido hermano —se dirige a mi con respeto —. El embarazo de Sali avanza, todos tenemos salud y nuestro jefe está cada vez más fuerte, hay paz en los territorios y no obstante eso, Alá te bendice una vez más.

INFAMES ©Where stories live. Discover now