Capítulo 23

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George

Maldigo la hora en lo que todo se salió de control, de dominio. Tenía todo perfectamente calculado, pero no todo está perdido y cuando menos se lo espere, le daré donde más le duele.

Me dejé llevar de mi padre, la idea era matarlo al instante, de por sí no había nada que me inculpara, las pruebas habían sido borradas, la madre del negro callada mediante las amenazas de que, si se le ocurría al menos abrir la boca mencionando mi nombre o algo de lo sucedido, ambas hijas terminarían en un ataúd.

Toca reinventarse, en medio de la tempestad, es una tormenta, debo arrasar con ella.

Yvonne tiene que ser inteligente, pensar en manejarlo, tiene sus dotes, encantos, ya calló una vez, dos veces lo hará, mientras ella esté ahí, debe ser una ventaja, no una desventaja, eso sin contar que tenemos lazos los cuales nunca se rompen.

—Escúchame bien, Victoria, no lo vuelvo a decir, es la última vez que me dejas en ridículo —advierto.

La susodicha permanece contra la ventana del avión que nos transporta, llorando, se quedará seca de tango hacerlo.

Con rabia se limpia todas y cada una de las lágrimas, posa sus orbes sobre mí.

—No te importan ningunos de tus hijos sino te aportan beneficios, ¿Verdad? —más que una pregunta es una afirmación —. Joe tiene una enfermedad, tu todo lo cubres para que no te perjudique, a Ethan no lo dejas vivir en paz con la familia que ha formado e Yvonne, a ella, ¿Qué no le has hecho, George? Ummm, dices amarla más que a todos, pero el amor ya sea paternal, de pareja, no daña, menos los padres.

Siempre he sabido que el inteligente del matrimonio soy yo, Victoria no sabe ni cuantos dedos tiene en la mano derecha. Me case con ella solo por el simple hecho de que nuestro matrimonio traería prosperidad a ambas familias.

—No hay mujer más bruta e insulsa que tú, menos mal yo me encargue de educar a mis hijos, sino serían unos inútiles como tú. —espeto.

El desprecio que le profeso, es normal para con ella, sigue en la misma postura, la manera de ser, no puedo ignorar que mi hija tiene a elegancia y belleza de ella, pero mi mentalidad, eso es lo que la ha llevado a donde está.

—Al menos tengo la satisfacción de decir que les inculqué valores, principios, los hice felices mientras tu no les arruinaste la vida, puedo llevarme el recuerdo de como Ofelia, tu hermana, a quien tanto desprecias, fue más participe de sus vidas que tu —rebate, siendo valiente.

Las heridas en la espalda me mantienen en un solo sitio, más la tos seca que no me deja desde ahora, impiden que me levante y le cierre la boca de un solo golpe.

—¿Y de que sirve eso? —volteo sus acusaciones —. De nada, la mayoría de lo que hablas no lo recuerdan, más lo que yo les enseñé sí, me prefieren a mí.

Se carcajea como una demente, irritándome, odio que cuando hablo con alguien cera que soy un payaso, a Yvonne apenas si la tolero porque sé que es indomable, lo que me llena de orgullo.

—Aterriza, George —sisea —. Que Joe e Ethan te tengan miedo, eso no es respeto, que Yvonne te trate como un trapo menos, eso si se lo aplaudo a mi hija, pero en lo que la convertiste, no. Quien sabe lo que esté pasando justo ahora por tu culpa.

Yo le voy a enseñar a esta perra como se respeta a un hombre.

Con la piel a carne viva, me muevo a su dirección dispuesto a golpearla como se merece, sin embargo, se mueve rápido, enterrándome las uñas justo sobre las heridas.

—Ya no te tengo miedo, George, mejor ve pensando cómo le vas a hacer para devolver a Mahud junto a mi hija.

Juro que me hizo sangrar las cortaduras por el caliente en la espalda adicionar a la fiebre.

INFAMES ©Where stories live. Discover now