Capítulo 18

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Essoh (Bartholomeu)

Espectacular manera de celebrar mi trigésimo primer cumpleaños con quiénes a los veintidós años arruinaron mi vida, después de mantenerme en una falsa por todo un año.

La mano derecha del consejo gubernamental, espera las nuevas órdenes.

Los soldados se mantienen firmes, las barreras de protección no sólo son humanas, sino de mallas, los habitantes de Mahud se mantienen alrededor, queriendo ver, más no les he permitido tanto, solo saber que su gobernante está presente.

—Que lo revise un médico —señalo a mi despreciado suegro —. Encierren a mi esposa en las mazmorras, a mi suegra en un cuarto aislado de su hija.

Los gritos sin control de Victoria son ensordecedores, el color de su cara es más pálido, las lágrimas le adornan sin control.

—¡No la encierres! —se resiste a ser llevada por los soldados, empleando una fuerza insuficiente.

Quedo de frente ante ella, sosteniéndole el mentón, que siga suplicando, que llore.

—Tarde, suegra, tendré la misma piedad que tuvieron por mí —aseguro.

Casi desfallece suplicando por su hija, me aseguro de quienes se llevarán a Yvonne a donde estará hasta que yo quiera. Desmayada no sabe de ella, ni lo que se la hará.

—¡No le hagas esto a Yvonne, por favor! —avanzo sin ver atrás, llora desconsolada, no le importa el marido, sino suplica por Yvonne arrastrándose como un sucio gusano, mientras espero que me traigan a Joe —. ¡Ella no tiene la culpa!

Que me importa lo que tenga por decir, yo tengo mi criterio, mis propias vivencias. Lo que ellos hicieron no se le hace ni al peor gusano en la faz de la tierra.

Yvonne entró, ella lo hizo, es tan o más culpable que todos. Tal vez, solo tal vez si no hubiera sido una mujer de corazón oscuro para dañar así, para derramar mi sangre, fuera más pasivo para con ella.

Le tocará el mismo calvario que viví, los mismos actos, porque mientras yo viva, viviré para hacerlos sufrir, la vida no les bastará para arrepentirse y a mí para odiar.

Continúo con el desfile, nací entre el siete y ocho de octubre, tiempos de ramadán, para los ciudadanos soy un bendecido de Alá y así me creo, así lo creen mis progenitores.

Cuando se dio la noticia de que había llegado al fin el heredero de todo y quién guiaría el camino de los creyentes y habitantes de Mahud, hubo fiesta en los cuatros extremos, extendiéndose hacia Asia, el único varón de una distancia de mujeres, hasta ahora se mantiene, mis sobrinos tienen un rango de sucesión en la línea del trono. De tener un heredero varón o más, la posición para ellos se alejaría.

Se mantiene la tradición, en los cumpleaños de cuando vivía padre se paseaba por el pueblo marchando a la par de ejército y así conocer las necesidades que hay.

Yo lo mantengo, voy al frente liderándolos con un uniforme de gala, mientras sigo el ritmo de los trotes militares.

Crecí junto a muchos de los soldados que me acompañan.

Los buenos deseos son bien recibidos, no todo es perfecto, a todos los habitantes no se les puede caer bien, a uno que otro le caigo mal, me detestan, cosa que me importa bien poco.

Hoy es un día de victoria, un día de júbilo y felicidad para mí.

Lo demuestro, abro un correo en donde van a enviar cuáles serían las reformas que necesitan en sus localidades, ahora sí la trasmisión se da en todo el país, mientras espero lo que saldrá en primera plana cuando lo decida.

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