Capítulo 21

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Yvonne

Trato de inhalar la cantidad de aire que más pueda, pero la posición en la que estoy me está cerrando la tráquea, eso junto al dolor en las extremidades, los grilletes me harán algunas cortadas, sino actúo pronto.

El tabique de la nariz parece molestarme más según voy despertando del largo latergazo en el que estaba.

—Essoh —me dirijo hacia él, pacífica —. Creo que has de saber que no tengo mucha paciencia, ¿Verdad?

Sigue fumando, la oscuridad en los pozos azules adornándole las cuencas, intimidan a cualquiera, menos a mí.

Despierta la curiosidad, por lo visto perdí un hijo del mutante, lo que no entiendo y no me molesto en saber por el momento, únicamente en eso, ya voy guardando los acontecimientos más seguido, me acuerdo de lo que sucedió hace unas horas, todo lo que hice.

Voy anotando, sin dejar escapar, tarde o temprano mejor, tendrán que rendirme cuentas.

Ahora estoy más concentrada en escapar de esta tortura del infierno.

—Ese no es mi problema —refuta tranquilo, disfrutando en jugar con los niveles de las cadenas, ya me sube, ya me baja.

Su jueguito me está despertando los demonios, ya se acabaron las malditas órdenes.

—Creo que deberías de preocuparte por eso —aconsejo de buena bondad, sin demostrarle dolor —. Suéltame, ahora, sácalos de aquí, no quieras lidiar con las consecuencias de no escucharme.

Mis advertencias le resbalan, queda demostrado al subirme y bajarme en una misma velocidad, aturdiéndome la cabeza por más tiempo, como si no tengo suficiente con no poder dormir, los dolores internos.

—Ni lo uno, ni lo otro —afirma.

Bien, lo quiso así.

Se da la vuelta dispuesto a irse, dejándome como si fuera un animal, un costal de papas suspendida en el aire, una tortura que le deseo a él, ya que el dolor es insoportable.

Saco fuerzas de donde no las tengo, estoy débil, adolorida, de todos modos, me las apaño para impulsar las piernas, soy muy flexible, extensas.

Uso esa ventaja utilizándolas como tijeras, alcanzando a Essoh antes de lo que él pudiera imaginar, donde le enrosco el cuello sin escapatorias, trayéndolo conmigo al balacearme, apoyo el peso sobre sus hombros, apresándole bien aquella parte que puede llegar a ser la fragilidad de cualquier ser vivo.

Los guardias se ponen en alerta, mientras Essoh lucha liberarse, más lo aprieto, si baja como lo intenta, nota que se asfixia ante la presión, si sube es bueno para mí, descanso el peso de mi cuerpo sobre él y si se mueve por más fuerza que tenga, me voy a lastimar, claro está, sin embargo, en donde yo sufra más, lo hará también.

Las armas de todos apuntan a mí, Victoria con debilidad suplica porque no me maten.

—Equidad es lo único que pido —informo, repitiendo lo que he venido diciendo desde que llegué a este maldito lugar —. En dónde me disparen, le voy a quebrar el cuello.

Advierto únicamente, apretando un poco más, puedo desearlo, me gusta como folla, sin embargo, nadie es más importante que yo.

—No la escuchen —pide Essoh, agitado, sin poder hablar bien —. Por las buenas, suéltame, Yvonne.

—Mátalo —incita George —. Libéranos de esa peste.

Está golpeado, herido, lo tratan peor que a una rata, los veo a ambos, los que se suponen son mis padres, más no siento una pizca de sentimientos, por quién único puedo ver es por mí antes que en todos.

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