Capítulo 20

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Quiero volver a recalcar que en este libro probablemente encuentren cosas que no les guste, porque desde un principio lo clasifiqué. Les mando muchos besos, bellezas. Disfruten. 🖤✨

Yvonne

Llegamos devuelta a la maldita fortaleza, donde todos están dedicándome miradas de odio y cuando no, miradas cargadas de miedo. Me gusta lo último.

—No quiero a nadie rondando por aquí —advierte el mutante sin soltarme.

Mientras más tiro, más aprieta el agarre en mi mano.

De tantos gritos me duele el tímpano.

—Yo prefiero que si ronden —contradigo.

Toma un camino distinto a la habitación donde estaba.

No alcanzo bien a cruzar el umbral de la entrada cuando ya lo tengo prácticamente encima de mí.

—¡¿No te bastó estar encerrada en una celda?! —cuestiona, estrellando la puerta.

Todas las luces de la habitación donde me tiene se encienden, iluminando el ambiente.

—No lo sé —me encojo de hombros.

Respira irregular, destila rabia y enojo por todos lados, está tan frustrado que considero hacer algo más para ver si alguna vena le revienta y termina muriéndose de una buena vez.

Me quito los zapatos, recogiéndome el cabello.

Hace mucho calor en el oriente, mi piel no se acostumbra a ello y el que experimente estás sensaciones al estar en un mismo espacio con Essoh, sofoca.

La ropa se me adhiere al cuerpo por el sudor, mis ganas de sexo, llevo días aquí, perdí la cuenta porque me tuvo encerrada los primeros días, eso acompañado del recuerdo, de imágenes.

Necesito centrarme en lo que es, en lo que ha hecho y a quienes representa.

Negros esclavos inservibles que solo nacieron para trabajar, ser humillados.

Pensarlo y que mi entrepierna se humedezca con el recuerdo de sus dedos cuando me bañó, de sus dientes, lo que vi.

No, Yvonne, vamos que eres más que esto.

—¿Te lo follaste? —inquiere acercándose.

Que no se acerque, estoy en llamas, cosquilleo, lucho con esta batalla desatada.

Mirarlo a los ojos, que la mente se me quede en blanco y lo único que pueda recordar es el toque, el cuerpo desnudo de este asqueroso mutante, que además de eso logre darme dolor de cabeza porque en parte tengo ese hueco en blanco intacta en mi me memoria.

—Necesitaba follar —miento, encogiéndome de hombros.

Tocó, no me mojó, la pasamos intentado tantas porquerías que al final lo dejamos y mejor preferí degustar el vino hasta que llegaron los hombres de Essoh sacándome del lugar.

Mi respuesta lo descontrola.

Cogiéndome del cabello me tira a la cama, debo apretar la entrepierna con esa nueva punzada de placer.

Lo pateo en el abdomen, enviándole la lámpara de la mesa detrás, logra esquivarla viniendo para tirarme de nuevo a la cama.

—¡Entiende que eres mi propiedad, Yvonne! ¡¿Cuál es la parte que no procedas?! —exige a gritos.

—¡La parte de que una mierda como tú no me va a venir a decir que hacer! —vocifero.

Lo golpeo con los puños, quizá así el cuerpo entienda que acciones cómo estas no deben gustarme, no deben excitarme hasta el punto de que los pezones se me dibujan en la tela del corset corto puesto.

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