Capítulo 6

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Me duele el estómago y quiero culpar a los nervios por eso, aunque la realidad va a ser uno de esos virus estomacales que últimamente tanto advierten en las noticias.

-Demian -escucho mi nombre de los labios de mi amigo y lo miro para hacerle saber que le estoy prestando atención-. ¿Te encuentras bien?

Asiento con la cabeza para no mentirle de manera verbal, no me gustaban las mentiras pero a veces estas eran necesarias para no preocupar a los demás.

-Perfecto, porque una apuesta pelirrosa está caminando en esta dirección y por su sonrisa puedo jurar que te viene a hablar a ti -la descripción que hace Diego es suficiente para que mi mente se haga una imagen de Julienne, la busco con la mirada y no tardo demasiado en encontrarla, pues es la única pelirosa. El traje que llevaba puesto le sentaba de maravilla, pero eso seguro que ya lo sabía y que no había necesidad de decírselo en voz alta.

-Hola, chicos -saludó al llegar a donde nosotros nos encontrábamos-. ¿Estáis esperando a vuestros padres?

Diego me miró, esperando que yo contestara a eso.

-Si.

-Que hablador estás hoy, Demian -ironizó-. ¿Puedo sentarme con vosotros? Yo también estoy esperando a alguien.

-Déjame adivinar, estás esperando a Ivanna -señalé, aguantándome las ganas de rodear los ojos.

-¿Qué comes que adivinas?

-¿Qué?

-Olvídalo, eres demasiado joven para tengamos el mismo humor -hizo un gesto con su mano para restarle importancia, después se sentó al lado de Diego al no haber escuchado ni un si ni un no como respuesta-. Tu amigo no nos va a presentar así que... Soy Julienne, creo que ya nos hemos visto antes en persona, pero de todos modos es de educación presentarse.

-Yo soy Diego -sonrió extendiendo su mano, ella no tardó en aceptarla-. Aunque creo que ya me conocías.

-A tus padres -indicó-. Hacen buena pareja, por cierto.

-Si, si que la hacen -asintió con la cabeza.

-¿Habéis terminado con vuestro rollo? -me es inevitable preguntar, ganándome la sorprendida mirada de ambos-. Lo siento, continuad con esto, yo... Iré al baño.

No me encontraba bien. De hecho me encontraba cada minuto más mal. Ver entrar a mi madre por la puerta de la empresa me hizo sentir todavía peor. A una madre era imposible mentirle.

Me levanté y caminé hacia el baño, ella no tardó en divisarme, sonrió de esa manera tan bonita que solo ella sabía hacer y después empezó a caminar en mi dirección.

Llevaba el pelo recogido en una coleta baja, quizá para presumir los pendientes que colgaban de sus orejas. Su cuerpo estaba ceñido por un vestido negro que le quedaba precioso, me gustaría ver la cara de papá cuando la viera.

-Demian, no sabía que estabas aquí, pensé que ibas a salir con Diego.

-Diego también anda por ahí -informé-. Yo iba al baño.

-No tienes buena cara.

-Soy hijo tuyo, mamá, ¿que te esperabas? -intento bromear, pero mi estómago no cooperaba-. En serio, voy a echarle una meada y después me piro, estar aquí es un aburrimiento, házselo saber a papá.

-Habla bien -me reprocha, poniendo una mano en mi mejilla-. Estás pálido, ¿seguro que solo es aburrimiento?

-Si, mamá, no intentes hacer de enfermera que no es tu profesión -me burlo.

Me hace unas cuantas preguntas más y finalmente se despide, la veo subir las escaleras con calma y suspiro aliviado mientras camino al baño, estaba completamente vacío. Me miro en el espejo de este, mamá tenía razón al decirme que estaba pálido, al menos solo ella lo había notado.

Cierro los ojos con fuerza y me dejo caer de rodillas cuando mi estómago exige vaciarse. Las lágrimas pican en mis ojos cuando tiro de la cisterna y me levanto para lavarme la boca.

Lo que no esperaba era ver a Julienne cruzada de brazos mirándome con preocupación.

Lo que me faltaba...

-Este no es el baño de mujeres.

-Demian, mírate, estás mal -suspira acercándose a mi-. ¿Te habrá sentado mal la comida o algo?

-Creo que es un virus, no te acerques mucho no vaya a ser que sea contagioso.

-Deberías de ir al médico...

-No voy a ir al médico.

-¡Deja de actuar como un niño! Me gustas más cuando juegas a ser adulto -gruñe haciendo que mi atención recaiga en ella por completo-. Al menos deja que Ivanna te revise, sabe más de medicina que nosotros dos juntos.

-Ella y yo no nos llevamos muy bien, creo.

-Ya me contó lo del otro día.

Mis mejillas arden. ¿Le había contado todo...? ¿Absolutamente todo? Si la respuesta es afirmativa ya puedo morirme de vergüenza porque madre mía, Ivanna me vio la polla, y no sólo la vio sino que también me la tocó después sobre la tela del pantalón.

-No tienes nada de que avergonzarte, ya le gustaría a muchos chicos.

-¿Qué?

-¿No estamos hablando de...? Ya sabes.

-¡No! -chillé avergonzado.

La veo morderse el labio inferior para evitar reírse, la situación solo podía ir a mejor, ¿no? Quiero decir, no había nada más vergonzoso que eso.

-Diego ya se ha ido, bajó su padre poco después de que te levantaras. Dijo que te escribiría por WhatsApp o algo -Se encogió de hombros de manera desinteresada.

Y yo, cuando creía que mi anterior pensamiento era cierto, la puerta del baño se abrió y uno de los trabajadores de mi padre nos miró con las cejas alzadas.

Mierda.

Se estaba haciendo una idea errónea.

-Eh... Nosotros...

-Todos fuimos jóvenes -habló en mi dirección-. No le diré a su padre, si eso le preocupa.

-¿Qué? ¡No! Quiero decir que nosotros no hicimos nada indebido como seguro se está imaginando.

-Demian, no tiene sentido que quieras darme explicaciones -ríe divertido mientras entra a uno de los baños.

Quiero morirme en ese puto momento.

Conocía a esta gente y terminarían llenando los pasillos de la empresa de rumores que ni siquiera eran ciertos, y esos rumores llegarían a los oídos de mi padre antes de lo que me gustaría.

Estaba jodido.

Besos Cuestionados Where stories live. Discover now